sábado, 26 de mayo de 2007

El golf es bueno para el monte



Mañana domingo se celebran elecciones municipales y autonómicas a lo largo y ancho de nuestra geografía. Como es preceptivo, hoy sábado es pues, eso que llamamos jornada de reflexión.

Los gaiteros, no muy dados a tales menesteres, pero amantes de las tradiciones santificadas por el tiempo y las costumbres, llevamos un rato reflexionando.

Y como es lógico, sobretodo por el hecho de ser cinco, hemos llegado a algunas conclusiones, todas baladíes sin duda.

En Barcelona por ejemplo, la ciudad de nuestros amores y de nuestros olores, aunque nos da en la nariz, nunca mejor dicho, que es un fenómeno bastante generalizado, existe entre los candidatos la obsesión de arrogarse de manera única y exclusiva como garantes del cambio y lo que de bueno, se supone, comporta.

El virus de la novedad ha llegado a niveles tales que si alguno de los mercachifles que se presenta tuviera los arrestos de reivindicar, al menos en parte, lo antiguo o directamente lo usado, tendría muchas posibilidades de conseguir nuestro voto, en el caso claro, de que finalmente ejerciésemos nuestro derecho a hacerlo.

El papanatismo es tal que el candidato del partido socialista utiliza como eslogan de campaña,- por un nuevo alcalde-, obviando el hecho en este caso, no baladí, que él y no otro es el actual alcalde de la ciudad.

De hecho, podríamos utilizar como ejemplo a cualquiera de los candidatos de los otros cuatro partidos presentes en el consistorio barcelonés, todos adalides del cambio y todos, los cuatro, aquí no hay cambio que valga, cabezas de lista en las elecciones de hace cuatro años.

Todos ellos obsesionados con parecer más jóvenes y más guapos en los carteles aun a riesgo de caer directamente en el ridículo con algunas de las fotos escogidas o cuando eso no es suficiente y el resultado no es el deseado colgar carteles sin foto no sea que alguien piense que no son lo suficientemente novedosos y juveniles.

También nos preguntamos cómo se lo hacen para aguantar el tute de quince días frenéticos de campaña electoral. ¿Qué tipo de reconstituyentes consumen para soportar tal frenesí?

En vez de tanta propaganda hueca y falsas promesas que nadie cree porque ni ellos mismos se las creen al decirlas, por cómicas que éstas sean, detalle que valoramos, quizá deberían, por lo menos, hacer público que es lo que toman para los que, llegado el miércoles ya no sabemos en que día de la semana estamos, podamos disfrutar también de su vigor.

Y ya puestos, para evitar tentaciones y dar seguro negativo en futuros análisis, ya que las campañas de las elecciones generales duran también quince días y teniendo en cuenta que el territorio y votantes que convencer es mucho más reducido, ¿no sería lógico que se redujesen también los días de campaña electoral de las municipales?

Sin duda sus cuerpos y los nuestros lo agradeceríamos.

Continuando con nuestras reflexiones y en medio de la más transcendental de todas, si a la hora de comer pediremos en el restaurante, un arrocito o una fideuá, nos hemos acordado de uno de nuestros alcaldes preferidos.

Gregorio Pérez, alcalde del PP, de Las Navas del Marqués, pueblo de la sierra del Guadarrama, provincia de Ávila y que saltó a la fama hace unas semanas.

Don Gregorio es unos de esos hombres sencillos pero cabales, con esa inteligencia propia de los hombres del campo, apegado a su tierra y a sus raíces pero dotados de una visión especial que los hace diferentes.

Don Gregorio velando, sin duda, por los intereses de sus conciudadanos, de algunos por lo menos, proyectó con la aquiescencia de la Junta de Castilla y León, también del PP, una urbanización de 1600 viviendas y cuatro campos de golf en zona protegida, no urbanizable.

La obra ha sido parada de momento por el Tribunal Superior de su Comunidad debido a motivos medioambientales ya que en el lugar escogido anidan especies protegidas en peligro de extinción, especialmente cigüeñas negras, de las que sólo quedan 322 parejas en toda España.

A pesar de lo que dice la sentencia, Gregorio Pérez, sin duda concienciado por lo que supone el cambio climático y el calentamiento global, tan en boga hoy en día, dijo en su descargo:

"El golf es bueno para el monte".

Y cuatro campos de una tacada debe ser la repanocha.

Gente así es necesaria. Gente con agallas, con visión de futuro, no supeditadas a lo inmediato o a lo urgente. Gente que ve donde no alcanzamos lo demás y piensa sólo en lo importante.

Los gaiteros, evidentemente, no llegamos a tales cotas pero sabemos apreciar como se merece a quien sí lo hace.

De todas maneras, quizá sí, que el golf es bueno, entre otras cosas, para el monte.

Los golfos no.

1 comentario:

j. dijo...

Moi, je prefer un bonne paella. Franchement...