martes, 22 de julio de 2008

No poder con el alma



No conozco a nadie que, llegado a esta altura del curso, no esté absolutamente reventado y para el arrastre. Da lo mismo a qué se dedique, qué profesión tenga y cuál sea su grado de responsabilidad; que trabaje como autónomo o por cuenta ajena, en casa o en una oficina, que sea asalariado, jefe o directamente dueño de su negocio, que gane poco o mucho, es indiferente. Nadie puede ya con su alma, pese a los numerosísimos –pero frenéticos– puentes que existen en nuestro país y que jalonan todo el año. Algo funciona mal, y para mí es, principalmente, que hoy la gente no para nunca del todo o no sabe hacerlo, ni siquiera durante los fines de semana, cada vez más ocupados por actividades que más bien parecen obligaciones: hay que divertirse a toda costa, y ha de ser por ahí, en la calle, como si se hubiera olvidado que uno puede divertirse muchísimo en casa, leyendo, viendo películas, en todo caso sin agotarse también en el recreo.

Y de los que son padres no hablemos: tras deslomarse durante cinco días, vuelven a deslomarse durante los dos restantes intentando distraer a sus críos, procurando que no se aburran ni un minuto, porque eso, el supuesto aburrimiento (lo que más agudiza la imaginación, por cierto), se ha convertido en uno de los pecados más imperdonables de nuestra sociedad. Así que los pobres progenitores corren de aquí para allá, esclavizados por sus hijos: que si un parque de atracciones, una excursión, un desfile, una sesión de magia, un cumpleaños siempre multitudinario, lo que encuentren o lo que les exijan los pequeños tiranos mal acostumbrados.

La gente nunca para, en gran medida, porque tiene móvil y ordenador, y esa es la razón por la que yo carezco de lo uno y de lo otro. No estoy dispuesto a que cualquier majadero me interrumpa mis actividades, mis pensamientos o mis musarañas, esté donde esté. No deseo “estar conectado”, ni enterarme de todo en seguida. Nada me resultaría más atroz que estar localizable siempre, o que recibir más llamadas y cartas y publicidad y tonterías de las que ya me llegan a través del teléfono fijo, el fax y el correo ordinario.

Me alcanzan por demasiados conductos (mi agente literaria, este diario, las editoriales que publican mis libros, ahora la Real Academia Española, el Reino de Redonda, la antigua casa de mi difunto padre, por la que sólo voy de tarde en tarde), y lo último que quisiera es abrir nuevas vías. Pero no se trata de mí, que al fin y al cabo escribo novelas y artículos y soy, supongo, lo que se llama “una persona pública”. Veo que lo mismo les sucede a todos mis conocidos, a gente cuya tarea no trasciende el ámbito privado y que aun así viven acosados. No paran, están agobiados (la burocracia escandalosa a que nos obligan hoy nuestras autoridades despóticas no nos permite a ninguno levantar cabeza), y la mayoría suscribiría aquella frase de Audrey Hepburn a Cary Grant al principio de Charada, cuando él quiere entablar amistad y ella le contesta, más o menos: “Conozco ya a multitud de personas, y mientras no muera alguna de ellas me resulta de todo punto imposible conocer a nadie nuevo”. “Trabajar cansa” es una sencilla y sin embargo famosa cita del italiano Cesare Pavese. Lo cierto es que también hablar cansa, sobre todo sin ton ni son o para rehuir la soledad y el silencio, y en eso consiste hoy, en gran medida, el trabajo de cualquier individuo. No es raro que la última anotación de El oficio de vivir, el diario del propio Pavese, justo antes de ingerir barbitúricos en un hotel de Turín, fuera: “No palabras. Un gesto. No escribiré más”.

Ahora bien, yo no sé si es que toda la gente que trato es muy activa y laboriosa. Porque a la vez que veo a mi alrededor, cuando llega julio, este panorama de seres extenuados, también se oye el vocerío de masas a las que parecen sobrarles las energías y el tiempo. Hay colas monstruosas para todo, para lo que vale la pena y para cualquier unga-unga de descerebrados. Para las exposiciones de los museos y para las mamarrachadas callejeras (ya saben, juglares, mimos y festejos veraniegos se llevan la palma). Para los conciertos de rock y para ver a la Guardia ante el Palacio Real, ese nuevo espectáculo copión del Ayuntamiento madrileño. Las muchedumbres se agolpan para admirar a tíos sudorosos el Día de la Maratón Sudorosa, o a tíos malolientes en bici el Día de la Maloliente Bici, o a gañanes borrachos en los sanfermines. La sensación que uno acaba teniendo es que una parte de la población se mata a trabajar –desde luego los inmigrantes honrados– para que otra no dé un palo al agua. Algo va mal, y además los Gobiernos nos vuelven locos: tras decenios convenciendo a los ciudadanos de que debían prejubilarse cuanto antes, porque nos encaminábamos hacia la “sociedad del ocio”, ahora, como señalé aquí hace dos domingos, los desvergonzados Ministros de Trabajo europeos pretenden colarnos semanas de sesenta o más horas laborales, arrebatándonos derechos antiguos conquistados con sangre en su día, y sin que los miserables sindicatos actuales hayan convocado una sola manifestación ni huelga contra semejante medida decimonónica.

En lo que nadie ha reparado, además, es en que quienes trabajarían esa insana cantidad de horas serían sólo los que ya sostienen toda la economía, esa parte de la población que no puede ya con su alma, y en la que figuran todos mis conocidos.

© Javier Marías. El País Semanal. 20/7/8

viernes, 11 de julio de 2008

Voltairetas



Los que presumen de conocernos, -hay quien presume por bien poco-, suelen recordarnos que el ejercicio físico no es lo nuestro. Para que negarlo, por una vez están en lo cierto. Carreras, estiramientos, abdominales, flexiones y genuflexiones varias nunca han sido muy de nuestro agrado. De carácter más contemplativo que activo, y más aún en esta época del año donde al menor movimiento se empieza a sudar la gota gorda, preferimos ser espectadores que actores, -siempre y cuando no estemos hablando de teatro claro-, ya que en ese caso no somos ni una cosa ni la otra.

En cualquier caso, este pasado mes de junio hemos estado de suerte. Ha habido Eurocopa. La mejor que recordamos y ya llevamos unas cuantas. Una maravilla para los sentidos, sobretodo para el de la vista, seamos francos, y que nos ha reafirmado en que cuando de deporte se trata, el fútbol sigue siendo el rey, y a años luz del resto, sus vasallos.

Eso sí para quien quiera estar en forma, algo que en estos días parece obligatorio, pero al igual que nosotros se decanten por la gintonificación antes que por cualquier otra actividad, por muy tonificante que sea, ahí van una tabla de ejercicios del gran Voltaire, el famoso entrenador personal, padre de la gimnasia moderna e ilustrada, para practicarla cuando y donde deseen o para hacer con ella lo que les plazca. Tiene más de doscientos años pero el tiempo no pasa por ella:

1.- ¿A causa de qué ceguera funesta puede aún soportarse un monstruo (cristianismo) que desde hace mil quinientos años desgarra al género humano y que embrutece a los hombres cuando no los devora?

2.- Tantos autores antiguos han hablado de los antropófagos que es difícil negarlos. Esta atrocidad, tan repulsiva para nuestra naturaleza, es sin embargo muncho menos cruel que el asesinato. La verdadera barbarie es matar, y no disputar el muerto a los cuervos o a los gusanos.

3.- ¡Qué idea más rara, inspirada en la colada, la de un jarro de agua que limpie todos los crímenes! Como hoy se bautiza a todos los niños, porque una idea no menos absurda les supone a todos criminales, ya están todos salvados hasta que lleguen a tener uso de razón y puedan hacerse culpables. De modo que debéis degollarlos a todos cuanto antes para asegurarles el paraíso.

4.- Hay que seguir corrigiéndose aunque uno tenga ochenta años. No me gustan los viejos que dicen: ya tengo esa costumbre. ¡Pues bueno, viejo chalado, cámbiala por otra, rehace tus versos si los has escrito y tu mal humor si lo tienes! Combatamos contra nosotros mismos hasta el último momento.

5.- Se declama contra el lujo desde hace dos mil años en verso y en prosa, y siempre ha gustado.
Y esta sexta y última, que al igual que las otras, suscribimos plena y modestamente:

6.- Ángeles míos, este mundo es un naufragio. "Sálvese quien pueda", tal es la divisa de cada individuo.
Lo dicho pues, póngase a salvo y pasen un feliz verano.

domingo, 29 de junio de 2008

Don E.R.E que E.R.E



Es tan propio de nuestra fauna y flora local mirar con desdén los turistas que tienen a bien visitarnos que si fuera deporte olímpico en los Juegos que se avecinan ganaríamos sin problemas todas las medallas.

Y que tire la primera chancleta quien esté libre de pecado. No deja de ser curioso no obstante, que menospreciemos y tratemos con desapego a quienes se han convertido en el primer y casi único sustento de la ciudad de nuestros olores.

Cuando, según nos cuentan, la construcción ya no es lo que era, en estos tiempos de contención salarial, los expedientes de regulación de empleo se han vuelto tan habituales que los directores de recursos humanos de nuestras grandes, pequeñas y medianas empresas parecen haberse puesto todos de acuerdo en tomar como modelo y referencia al pelmazo de Paco Martinez Soria y hacer de uno de sus taquillazos, Don Erre que Erre, su película de cabecera, convirtiéndose cada uno de ellos, con un pie en el pasado, en la época de la Revolución Industrial concretamente y otro en el presente más rabioso, atentos a un lenguaje que se transforma, -dejando por el camino un par de erres y unos cuantos miles de empleos superfluos-, en melifluos pero convencidos Don E.R.E que E.R.E.

Tantos másters y postgrados en escuelas de negocios de postín para acabar siendo sosias del actor más taquillero del cine, -o lo que fuera-, español no parece gran cosa pero allá cada uno con su tiempo y su dinero. Los gaiteros vamos justillos de ambas cosas y más aún en estas fechas veraniegas. Así pues, inasequibles al desaliento y a la falta de aliento proponemos un remedio casero, a la par que económico para cuando la canícula aprieta y casi nos ahoga.
No hacer nada, o acaso lo menos posible. Ahí queda eso. Sí, lo sabemos, algo de lo más subversivo en estos tiempos que más que correr, vuelan. Descansados que nos hemos levantado a la par que revoltosos.


Predicando con el ejemplo, no haciendo ni el huevo, si exceptuamos unas pocas necesidades fisiológicas inexcusables, fumando esperamos que nuestros jefes de personal nos llamen a su despacho para proponernos la prejubilación, -bendita palabra-. Aunque mucho nos tememos que lo harán antes para explicarnos las bondades de la semana laboral de sesenta y cinco horas que se nos viene encima.

Eso sí, contradictorios que somos, dedicaremos algo de nuestro tiempo laboral a crear y sentar las bases de un nuevo movimiento que sin duda tendrá el éxito que se merece, la Plataforma por las sesenta y cinco horas de sueño semanales (ni una menos), de los progresos de la cual os iremos informando progresivamente.

Mientras tanto lo dicho, manteneros fuertes en vuestro nuevo propósito haciendo lo menos posible y disfrutar, entre otros, de esta perla del inmortal cantante cubano Ignacio Jacinto Villa Fernández, más conocido por todos como Bola de Nieve.

Ya lo dice el refrán. Contra la caló, nieve.

En bolas.





sábado, 21 de junio de 2008

La nueva canción de Mikel





Espoleado por el reciente éxito de su colaboración tête à tête con Nicolas Sarkozy en la nueva versión franco-española del clásico jalisciense El Rey, nuestro Mikel Berberentxun, el primer cantautor de derechas, perdón de centro-derecha, ha salido de su letargo invernal, otoñal y también primaveral y esta vez va a por todas.

Después de su tripleta veraniega, El blues del despido libre, Del caserío me río y Los doce del prostíbulo, sus tres grandes éxitos del año pasado, vuelve por sus fueros y por los que lo fueron y nos presenta su nueva creación, Una calle de París, mejor dicho, Una calle de Madrid.

Para todos vosotros y en rigurosa primicia, la última canción de Mikel, de rima algo tosca pero, -una, grande y-, libre.

Un nuevo hit al pilpil. ¡Que os aproveche!

Una calle de París, perdón,
una calle de Madrid, quise decir.
En Génova número trece,
si te sientes triste y de bajón
tendrás siempre listo un sillón.

Años duros nos esperan,
más duros que un huevo duro,
Ríete tú de la transición
y de los ochenta, al alimón.

En nuestra calle de Madrid,
a quien más chisarabís,
entre nosotros compatriotas
nos líamos todos a tortas.

Llevamos mil años chupando del bote,
que en las próximas elecciones
se les quede a los otros
la cara de pasmarote.

Negros, blancos y moritos,
altos, bajos e invertidos,
en la casa grande del centro-derecha
cabemos casi todos
aunque sea apretujaditos.

Volveremos a vencer,
convencer nunca nos ha importado,
descamisados estáis más acabados
que el charlestón y el cinemascope,
a nosotros lo que nos pone
es sintonizar a todas horas la Cope.

Y recuerda afiliado popular
que en Génova número trece,
tendrás siempre un diván
en el que poderte estirar
para poder descansar.

Una calle de París,
perdón, una calle de Madrid
quise decir,
llamada Génova street.
Génova street, Génova street.
Ohh, sííí...


Ahí está el nuevo bombazo, en este caso musical, del otrora desorientado Mikel Berberentxun, reconvertido en el primer cantautor de derechas, perdón, de centro-derecha, perdón, liberal, perdón, democristiano, perdón neoconservador, perdón y mil veces perdón.

Y para los primeros afortunados, a la par que resueltos, que se bajen la canción, previo módico pago, sorteamos diez visitas al casco antiguo de Polaris World, los mejores resorts de Europa. Con guía y todo.

Mikel Berberentxun ha vuelto. Mocasines con borlas y la camisa por dentro.

domingo, 18 de mayo de 2008

El profesional



Nos quedamos porque nos enamoramos,
nos vamos porque nos desencantamos,
regresamos porque nos sentimos solos,
morimos porque es inevitable.

Los profesionales. (1966)



Escrita y dirigida por Richard Brooks. (18/5/1912 - 11/3/1992)



miércoles, 14 de mayo de 2008

Lucas & Andy



Pues ya está aquí. Ha llegado. A la velocidad de la luz, cual velero bergantín galáctico, ayer dio comienzo el tercer año después de Lucas, hijo de Alejandro, el gaitero más desaborío, o desaborido, como diría él, si tuviera algo que decir.

Semejante buena nueva, merece una celebración en consonancia. Y siguiendo la costumbre iniciada el año pasado, es Lucas de nuevo, a diferencia de su padre, totalmente recuperado de su tercera fiesta de cumpleaños, quien tiene a bien ofreceros un regalo. En esta ocasión, la presentación en sociedad del nuevo dúo Lucas & Andy, compuesto por él mismo y el pelín olvidado pero del todo inolvidable, Andy Williams.

De corte y estilo algo diferente al simpático grupo gaditano de nombre casi idéntico,
-por cierto, ¿el más lustroso es Andy o Lucas?-, nos muestran que al contrario de lo que nos enseñaron de pequeños, a veces, el orden de los factores sí que altera el producto.

Así pues sin dilación, disfruten ustedes de la pareja más rumbosa, elegante y suntuosa.

Lucas y Andy, el dúo más dinámico desde la desaparición del homónimo, superando incluso a los enérgicos Nena Daconte, lo que sin duda acabará de convencer a los más escépticos y remisos ante las novedades.






Esto es un dúo y no los de Telefónica. Alierta, ¡supéralo si puedes!

lunes, 21 de abril de 2008

Donde dije digo...



Resulta chocante que el antiamericanismo imperante por estos pagos sea inversamente proporcional al interés con que se nos muestran sus elecciones, no ya presidenciales, sino primarias.

Quién ganó en Michigan, el favorito en los sondeos en Delaware, cómo afectarán los resultados de los caucus de Iowa en el desenlace final, qué candidato ha salido más beneficiado en el último debate televisivo, son datos que manejan con soltura, no ya los tertulianos habituales y que tanto les da un roto en Palestina que un descosido en Kosovo, sino la mayoría de ciudadanos.

Pues yo prefiero a Hillary, por fin una mujer presidenta de los Estados Unidos, se comenta displicentemente en cualquier ascensor que se precie, como si aquí hubiéramos tenido veintiseis presidentas seguidas; o, no, ahora es el turno de que un afroamericano llegue a la Casa Blanca. (Si a alguien se le escapa negro en vez del eufemismo dominante, inmediatamente queda apestado y por muchas veces que se disculpe, aunque sea de forma sincera, el valor de su opinión pierde muchos enteros y han de pasar unos quince o veinte minutos para que la gente deje de señalarle con el dedo, murmurando, ése, ése es, ha dicho negro.)

De todas formas, por muchas veces que se te escape lo de negro, sin ningún tipo de intención ulterior, no es nada comparado al oprovio e ignominia que le acontece a algún despitado, si, por el motivo que sea, y por muy razonado que esté, se le ocurre reconocer que el candidato que le hace tilín es el del partido republicano. No sólo no volverá a ser invitado a ningún tipo de encuentro lúdico-social sino que no hay quien le libre, de que esa ronda, la última para el paria a partir de ahora, sea él quien la pague.

Y aún así, a pesar del apabullante seguimiento electoral, por tierra, mar y aire que comentábamos, hay algunos detalles que pasan desapercibidos. Uno de ellos, y que a los gaiteros nos ha llamado la atención, el hecho en sí, y el escaso tratamiento mediático que ha recibido, tiene como protagonista a la señora Clinton.

Nos referimos al renuncio en que han pillado a la candidata demócrata. En uno de sus mítines, enarbolando su experiencia y dotes de mando, en contraposición, se supone, a los de su rival de partido, describió una visita oficial como Primera Dama a Bosnia en 1996, cuando aún persistían las hostilidades, de tal guisa:

Recuerdo haber aterrizado bajo el fuego de francotiradores y nos dijeron que corriésemos hacia nuestros vehículos.

Días después se vio obligada a corregir un ápice o dos sus recuerdos del lance en cuestión, no porque recuperase de golpe la memoria, sino porque la cadena americana de televisión CBS, la mostraba en sus informativos aterrizando tan pancha con su hija, recibiendo unos presentes autóctonos en vez de tiros, también locales.

Las imágenes eran tan claras que no sólo ha modificado su versión de los hechos acaecidos sino que incluso ha pedido disculpas por la distorsión.

Este lapsus nos ha provocado un cambio de actitud no sólo respecto a las elecciones norteamericanas que confesamos nos traían bastante al pairo sino que incluso nuestra opinión de la candidata demócrata también ha sufrido un giro de 180 grados y ahora la vemos con buenos ojos. Lo que antes nos producía grima y algún que otro eczema ahora nos agrada y le reímos todas las gracias. O acaso, ¿es ella la única que recuerda como le place? Quien más, quien menos, altera o manipula sus recuerdos, a veces incluso de forma involuntaria, y a la hora de dar nuestra versión de los hechos no sólo la modificamos a nuestro antojo sino que añadimos y quitamos detalles en función de a quien se lo explicamos.

Los gaiteros siempre hemos pensado que decir siempre la verdad, sin valorar el daño o las consecuencias que pueda acarrear, no sólo es la opción más cómoda y sencilla, sino que el hacerlo está más sobrevalorado que Cristiano Ronaldo, Robinho y Victor Valdés juntos.

Que la verdad no te estropee una buena historia, o como decían en el viejo oeste americano en el que forajidos de una pieza como Liberty Valance y sus compadres hacían y deshacían a su antojo, tal y como nos enseñó, entre otros, John Ford en sus películas, cuando los hechos se convierten en leyenda, la cosa está clara, hay que imprimir la leyenda.

Así pues, a pesar de pedir disculpas por algo que no las merece, como digna y valiente seguidora de la máxima del director americano, en estos tiempos tan poco dados a la épica y ética fordianas, declaramos formalmente a la senadora del estado de Nueva York, Mrs. Hillary Diane Rodham Clinton, como nuestra candidata favorita en todas y cada una de las elecciones a las que tenga a bien presentarse, incluidas las que ahora le ocupan, y nos ofrecemos, por una modesta cantidad pecuniaria a discutir, para todo lo que sea menester.

¡Hip, hip, Hillary!

miércoles, 9 de abril de 2008

Nico. Vuelve el hombre



Más tarde de lo que hubiéramos deseado, os volvemos a proponer una nueva promoción exclusiva, sólo para seguidores gaiteros; o más concretamente para todos aquellos, seguidores o no, que tengáis a bien soltar a cambio, una cantidad no especialmente modesta de euros.

En esta ocasión nuestros esfuerzos se han centrado en la homérica figura de uno de los copríncipes de Andorra, lo cual hará las delicias de la ex-tenista, Arancha Sánchez-Vicario, catalana universal con residencia en el simpático principado.

Nos referimos, como algunos de los expertos en paraísos fiscales y tabaco astilloso habréis adivinado, -los que no hayáis pensado en el obispo de la Seu d'Urgell, principalmente-, a Monsieur Nicolas Paul Stéphane Sarkozy de Nagy-Bocsa, afortunadamente más conocido por todos como Nicolas Sarkozy, lo cual ha agradado también sobremanera a nuestra gaitera más afrancesada, mademoiselle Juanita Bowie, alma máter de la promoción que ponemos a vuestra disposición por un tiempo, al contrario que las de Disney, para nada limitado. Hasta que lo vendamos todo vamos.

(Si conseguimos que las dos distinguidas señoritas antes mencionadas, compren el artículo en cuestión, habremos superado en dos unidades a la anterior promoción, al éxito de la cual debemos el hecho de que nuevamente hayamos optado por editar un pack de DVDs ya que no sabíamos donde meter todos los que nos quedaron por vender y que en un alarde visionario compramos regrabables.)

Introducidos en el tema, vayamos directamente al meollo. Ponemos a vuestra disposición el documental, Je m'appelle Nico, pero llámame Monsieur Sarkozy, pensado, diseñado, escrito, montado y puesto en escena por moi-même. Todo menos producido, ya que los gastos derivados de la creación de tamaño documento han sido cubiertos, y con holgura, justos es reconocerlo, por los fondos reservados del Ministerio del Interior de nuestro país vecino y sin embargo, amigo, que país.

Englobado en la moda actual del documental-verité, esta nueva joya del séptimo arte y algunos artes más, incluidos los marciales, nos muestra a nuestro protagonista durante todo un año lectivo, sin censura ni componendas de ningún tipo.

Debido a ello, los primeros 523 discos del pack no llevan ningún extra. Al contrario, sin trampa ni cartón, podemos observar al primero de los franceses, que diría el gran comunicador y mejor persona, José María García, cepillarse los dientes, uno a uno y de arriba a abajo como mandan los cánones y nueve de cada diez molares entrevistados, -los incisivos no lo tenían tan claro-, hacer la siesta con un ojo abierto, preparar un huevo de huevos poché, sus preferidos, mojando pan como un poseso hasta superar el récord de baguettes vendidas en un día, en su boulangerie predilecta del barrio, la renombrada Avec toi, pan et cebolla.

Y todos los discos con comentarios en audio del autor, por supuesto.

Extras (además del resto de la población francesa, banlieus en llamas incluidas):

Disco 524:
-Manual de seducción: Todo lo que querías saber sobre el arte del amour en un solo disco. Práctico, claro y funcional.
Y de regalo, un recortable del anillo de compromiso(s) para que podáis montarlo vosotros solos, y regalar si se da el caso, todas las veces que sean necesarias, con la inscripción que también reza en los entregados por nuestro héroe a sus primeras damas, Rien de pirulo, pa chulo chulo, y mira que brillo, mon anillo.

Disco 525:
-Su relación con los demás miembros del gobierno y el suyo propio, y en especial con el del primer ministro François Fillon, titulado, No te me equivoques François, le filón soy yo.

Disco 526:
-Las canciones favoritas de Nicolas, cantadas por él mismo.
Y para los primeros 1789 afortunados que os hagáis con esta colección, de regalo, las canciones preferidas de su graciosa majestad, (dile majestad, dile presidente de la V República Francesa) en versión politono, sonitono, megatono y la más calentita, tepongoatono.

Y aún más, para los suertudos impares de los 1789 antes mencionados, Monsieur Sarkozy y su versión remozada del clásico mejicano, Sigo siendo el Rey, mano a mano, con nuestro Mikel Berberentxun, el cantante gaitero, reaparecido por primera vez después de su descanso post-estival.

Disco 527:
-Hugonotes y jacobinos. ¿Quién es quién? Con su galería fotográfica y todo, compuesta básicamente de fotos. Y básicamente de Carla Bruni, en una versión muy básica, con su guitarra y poco más, a ratos hugonota, a otros ratos jacobina, la muy ladina, pero siempre Carla.

Y todo este ingente material por una módica cifra a convenir, en plazos,
-como todo en estos días-, de lo más cómodos, siempre y cuando tengáis un sofá en casa que sea ídem. ¿A qué esperáis pollos?

Je m'appelle Nico, pero más te vale llamarme Monsieur, o te abro la cabeza con una baguette de medio del mes pasado.

Retrato de un hombre perfecto al 110%.

En palabras de él mismo.

jueves, 27 de marzo de 2008

Dos cabalgan juntos



Richard Widmark (26/12/1914 - 24/3/2008)

Rafael Azcona (24/10/1926 - 24/3/2008)






En pie. Hasta nuevo aviso.

domingo, 16 de marzo de 2008

Marías, lleno eres de gracia. El pisito



Por si no bastara la espontánea y general confusión que muchos españoles tienen respecto a sus derechos, hoy proliferan en la televisión anuncios particularmente falaces que incitan a adquirir cosas bajo el lema “Tienes derecho a Internet” o a lo que sea en cada ocasión. Lo que a los espectadores les queda no es el gasto que han de hacer para disponer de esto o de aquello, sino el nefasto latiguillo de que tienen “derecho” a todo, incluido el mayor absurdo, “a ser feliz”. Así, no es demasiado extraño que sobre todo los jóvenes lo repitan como loros ante cualquier circunstancia: “Tenemos derecho a divertirnos”. O “a oír música gratis”. O “a la cultura, que es de todos”, y demás sandeces y despropósitos. Inevitablemente, la sibilina e inculcada idea de “tener derecho” lleva aparejada la sensación de que cada cosa le es “debida” al ciudadano y de que es al Estado al que le toca proporcionársela, a veces a un precio irrisorio y a veces gratis. Yo no sé. Tras más de treinta años de democracia lo normal sería que los españoles hubieran aprendido a distinguir con precisión a qué tienen de verdad derecho y a qué no, y por supuesto cuáles son sus deberes, pero, lejos de eso, cada vez cuesta más que lo distingan. La culpa no es sólo de la publicidad, claro está, sino en gran medida de los políticos, que además, en el reciente periodo preelectoral, se han dedicado a ofrecer toda clase de bicocas fantásticas a los votantes, haciéndoles creer aún más en su enloquecida y siempre creciente ampliación de “derechos”. Y otro tanto consigue la prensa, la cual, por ejemplo, ha convencido a los ciudadanos de que “hay que respetar todas las opiniones”, cuando lo único que hay que respetar es que todo el mundo pueda expresar la suya. Pero una vez expresadas, todas pueden ser objeto de crítica, irrisión, desprecio, denuesto, sátira o diatriba. Yo tengo derecho a decir que tal o cual opinión me parece una majadería, o racista, o machista. A lo que no lo tengo es a impedir que nadie suelte la suya. Son cosas muy distintas que se tienden a confundir, y por eso son frecuentes los lectores que me acusan de “insultar” si tildo de necedad tal o cual postura, y me recriminan que “falte al respeto” a quienes no piensan como yo. Todo el mundo puede decir lo que quiera, faltaría más, pero también todo el mundo puede opinar lo que quiera sobre lo que dicen los demás. Y todo el mundo puede opinar, desde luego, que las necedades enormes las estoy soltando yo.

He observado que uno de los “derechos” que mucha gente tiene más interiorizados es el de poseer un piso, quiero decir en propiedad. Es cierto que los precios de la vivienda son escandalosos y abusivos (tanto los de compra como los de alquiler), pero cada vez es mayor la confusión entre el derecho a una vivienda digna –pero no gratuita– que establece nuestra Constitución, y el supuesto “derecho” a ser dueño de ella. Se oyen y se ven quejas por doquier: “Es que se nos va más de la mitad del sueldo en la hipoteca”, exclama una joven pareja en televisión, como si eso no fuera lo lógico y como si la posesión de un piso fuera algo tan indispensable como el comer. Es decir, como si la pareja en cuestión no tuviera más remedio que hipotecarse a cuarenta años porque no se concibiera la posibilidad de no ser propietario. Es una extraña manía española, sin parangón en ningún país que yo conozca. Lo que los españoles parecen ignorar es que: a) el 80% de los europeos viven en régimen de alquiler, sin que eso les suponga ni una tragedia ni un oprobio; pagan por el uso de algo, y, en contra de lo que aquí se piensa, no están “tirando” el dinero, sino que lo destinan al disfrute mensual del piso a su alcance o de su elección, lo mismo que la ropa que visten o los alimentos que ingieren, que en modo alguno son eternos; y b) que, hasta hace no mucho, lo normal, también en España, era que los pisos se alquilaran, no que se pudieran comprar.

A mí me parece muy bien, por supuesto, que quien quiera adquirirlos (porque desee legarlos a sus hijos, o así se sienta más seguro, o incluso para especular) proceda a ello. Lo que encuentro disparatado y pueril es que luego ande llorando por lo costoso de la operación, o por el escaso sueldo que le resta, o que denuncie su situación “injusta”, como si no fuera una situación en la que él mismo, libre y voluntariamente, ha resuelto meterse. Es como si un ciudadano armase un escándalo por lo caro que le sale comprarse un coche, cuando nadie lo obliga a hacer ese dispendio. Y, lo mismo que existe el transporte público para quien no puede o no está dispuesto a costearse un automóvil, existen los alquileres para quienes no pueden o no quieren hipotecarse de por vida en la compra de una vivienda. Ah, pero no: no se sabe por qué, al pisito en propiedad hay demasiada gente que cree tener “derecho”, o algo que se le parece. Un joven de diecinueve años le espetó acusadoramente a Zapatero en aquel programa, Tengo una pregunta: “¿Qué le parece que yo no tenga posibilidad de comprarme un piso?” No recuerdo qué contestó el interpelado, pero no fue, desde luego, lo que habría sido sensato y normal en un país que fuera medio sensato y normal, a saber: “A su edad, me parece lo más natural. ¿Acaso ha empezado a ganar usted dinero? Y en caso afirmativo, ¿cuánto, si se puede saber? Tal vez lo anómalo sería que tuviera usted tal posibilidad”.

© Javier Marías. El País Semanal. 16/3/8

martes, 11 de marzo de 2008

Biografías selectas 2ª parte. Roberto Brasón



Retomamos de nuevo una de nuestras secciones más antiguas ocupándonos en esta ocasión de Roberto Brasón, del que ya os hemos hablado en alguna ocasión. (Pedimos disculpas por el pareado no muy resultón.)

A ratos crítico de cine, a ratos inventor a destiempo, pero siempre buena persona, tío de nuestro gaitero Hermes Zóster que le debe su cinefilia, a pesar de que no hay una sola película en la que sus gustos coincidan, el hermano pequeño de la madre de Hermes siempre ha ido un poquito por libre, en caída libre, para ser más exactos.

Enemigo de las discusiones, terció en las trifulcas sesenteras entre las dos revistas de cine más populares entonces en nuestro país, Nuestro Cine y Film Ideal, abogando por una tercera vía y creando una nueva, que en un alarde de originalidad, propio de Roberto, tituló Nuestro Film Ideal.

Su brillante idea que consistía en juntar ambas, copiándolas literalmente, -dedicando las páginas impares a las extraídas de Nuestro Cine, y las pares a las de Film Ideal, aunque también podía hacerse al revés-, no fue muy bien recibida por ninguna de las dos y el linchamiento al que sometiron a nuestro protagonista fue la única acción conjunta en que los redactores de las dos revistas coincidieron nunca. Hoy en día el único número que se publicó, o lo que queda de él, es pieza de coleccionista.

Pelín asustadizo, durmió hasta los cuarenta años con la luz encendida. Desde entonces, influenciado quizás por el altercado antes mencionado, ya no volvió a dormir y pasa las noches viendo películas antiguas en blanco y negro, incluidas las de color, defecto, según él, que subsana poniéndose papel carbón cerca, pero que muy cerca, de los ojos, lo que además de propiciar con el tiempo un parecido más que razonable con Al Jolson, el Cantor de Jazz, ha influido en sus relaciones de pareja, cada vez más espaciadas en el tiempo y el espacio, si bien ninguna de las dos situaciones parece haberle incomodado demasiado.





De sus inventos destacamos al que más cariño tuvo, la llamada Yogurtera Azucarada que, como los lectores más avispados habrán adivinado, elaboraba yogures en pocas horas, uno concretamente, con su azúcar incorporado, agitado y revuelto.


Endeudarse hasta las orejas para fabricar las diez mil primeras unidades después de triunfar con el prototipo y hacerse con el cuarto puesto, accésit y diploma acreditativo, en la Feria de inventos, hallazgos y curiosidades de Baden Baden y que Danone comercializase sus propios yogures azucarados, con sus también fermentos propios, fue todo uno.


La decepción fue dolorosa pero nuestro protagonista, no cejó en sus empeños inventivos. Actualmente trabaja en conseguir una papeleta para las elecciones al senado aún más grande que la actual, manteniendo el color por supuesto, y que según unas sencillas instrucciones al dorso, se convierte también en un sobre que se puede depositar en las urnas sin los problemas actuales, siempre y cuando como es obvio, hagan las urnas más grandes.


No obstante y como buen amante del cine clásico americano, su obra magna y a la que ha dedicado buena parte de su insomnio, trata de probar, más allá de cualquier duda razonable, que no sólo John Ford no ayudó a John Wayne en sus únicas películas como director, las preclaras El Álamo y Boinas verdes, como buena parte de sus antiguos compañeros de profesión defendían, sino que por el contrario fue éste último el que dirigió buena parte de la filmografía del ilustre director, irlandés de vocación y aún más de vacación.


Roberto, a pesar de que empezó su proyecto hace varias décadas no ha llegado a tiempo de finalizar su trabajo coincidiendo con la celebración del centenario del nacimiento del inolvidable actor, que tuvo lugar el año pasado, tal y como era su intención.


No es su primer desencuentro literario. Durante varios años alternó la preparación del libro mencionado con la de otro titulado Notas del polígrafo, repleto de aforismos, la finalización del cual, y un acuerdo muy ventajoso con una editorial especializada para su publicación, coincidió con la finiquitación de los diferentes programas de televisión que hacían uso de tal artefacto amenizando nuestras sobremesas y que por extensión rompió la entente alcanzada.


Inasequible al desaliento y al mal aliento, algo muy útil, sea cual sea tu profesión, sigue perseverando en sus intenciones. Quien la sigue, la consigue, suele decir, si bien es cierto que los pocos que han coincidido con él, en la zona de refrigerados de su supermercado habitual, le han visto, cabizbajo y aturdido, con la cara y las yemas de los dedos ennegrecidas, susurrando otras palabras, algo más dolientes y con un inesperado deje penibético:


Danone... que mamone...


Ozú.

viernes, 29 de febrero de 2008

Los comediantes



Ya están aquí. Después de cuatro años volvemos a estar en campaña electoral.

Por si no hubiéramos tenido bastante con toda la legislatura, día tras día, declaración tras declaración de (pre)campaña oficiosa, constante y malsonante, ahora llega la oficial con sus simpáticos mensajes televisivos cedidos gratuitamente, sus mítines y sus carteles.

Bien mirado, siempre y cuando el nivel de alcohol en la sangre triplique, como mínimo, el recomendado por la Dirección General de Tráfico, la cosa tiene su gracia. Promesas por aquí, barbaridades por allá, nuestros políticos se ponen sus mejores galas y dentaduras postizas para deleitarnos con sus actuaciones, a un ritmo que ríete tú del de la noche.

Preocupados por su salud, los gaiteros proponemos aprovechar lo que el calendario nos ofrece. Si alguien en su infinita sabiduría, por motivos que por mucho que nos los expliquen, no acabamos de entender, imaginó un día que sólo aparece cada cuatro años, un día como hoy casualmente, justo sería darle la importancia y el uso que se merece.

Votaciones, jornada de reflexión, no para los votantes claro, sino única y exclusivamente para los candidatos, y campaña electoral, tal día como el que nos ocupa, 29 de febrero. Tres en uno. Así todos sabríamos, políticos o no, que día son las elecciones, nos interesen o no, y a que atenernos.

De todas maneras, mientras eso ocurre, nada mejor que pasarse por el forro las indicaciones de la nunca suficientemente bien ponderada D.G.T. y disfrutar del espectáculo. No lo olvidéis; están actuando para nosotros.

Si bien es cierto que, como pensaréis algunos, a pesar de su esfuerzo, todo parece oído ya mil veces, de vez en cuando siempre hay alguien que se sale de la raya y los monólogos, -sí, hijo mío, estos también-, preestablecidos y va por libre, pisando fuerte.

Suele ser alguien que ya está de vuelta de todo o que, por el contrario, es nuevo en estas lides. Nuestro protagonista es de estos últimos.

Nos referimos a Manuel Pizarro. Si no habéis estado en coma, etílico o no, estos dos últimos años, sobran las presentaciones.

Este mago de las finanzas, según algunos, pero sobretodo del humor, actuó ayer en Girona. Como muestra un protón. En una parte del show ante un público entregado, -no es para menos-, dijo tal que así:


Está deseando el resto de España que Cataluña deje la rausa, que coja el seny, ese seny de Pla, ese, lo que hemos leído todos y que sea la Cataluña amable. ¡Si lo que queremos todos es veranear aquí, y estar aquí!


Di que sí. Más allá de que por lo visto, sabe leer, -si creemos lo que nos dice claro, ya que como todos sabemos los humoristas a veces se toman algunas licencias con la verdad en aras de un mayor hilaridad -, nadie podrá negar que estamos ante un personaje singular.

Con un humor bilingüe, inteligente, brillante incluso, luminoso e iridiscente. No está todo perdido. Nos queda don Manuel.

Y ya puestos, lanzados que estamos, proponemos hacer extensiva nuestra propuesta, totalmente interesada, para que todas las media maratones, maratones enteras y tres cuartos, cursas del Corte Inglés, de bomberos, en bicicleta, patinete, de padres divorciados, de solteros contra casados y demás manifestaciones lúdico-deportivas de todo tipo y condición que amenizan nuestras mañanas dominicales en Barcelona, domingo sí, domingo también, tengan lugar sólo y únicamente, todas juntas, cada 29 de febrero. Quizá así, además de por los ataques al corazón propios de estas actividades, la palme alguno más al chocar unos con otros.

Mientras tanto, Manolo, por favor, no te vayas e ilumínanos, porque no sabemos lo que hacemos. Ni muchos días nos vemos.




martes, 19 de febrero de 2008

P. T. El extraterreste



Es algo sabido, y aceptado por la mayoría, que más vale caer en gracia que ser gracioso. Cría fama y échate a dormir, solemos también decir. O a quien madruga dios le ayuda, algo en lo que disentimos violenta y profundamente y que además no tiene relación alguna con el propósito de este artículo.

Centrándonos pues, en los dos primeros dichos populares mencionados, ejemplos hay mil y no es nuestra intención enumerarlos todos.

Si solemos hacer gala de que la brevedad es nuestra divisa, al hacerlo nos estaríamos echando piedras sobre nuestro tejado.

Destacaremos pues, una sola figura. Si una imagen, suele decirse, vale más que mil palabras, el perla que nos ocupa, vale por mil ejemplos.

Nos referimos al gran Ridley Scott, director de cabecera de muchos, cuando lo que habría que haber hecho hace tiempo, es darle en la cabeza con la primera gaita que tuviéramos a mano.

Acaba de estrenar su última joya, American Gangter, que a pesar de su edad, nos tememos no será la última, si bien American Váter sería un título más apropiado.
Es extraño que las juguetonas distribuidoras de nuestro país, aficionadas a cambiar los títulos de las películas no se hayan decantado por la segunda opción. La situación es aún más dolorosa si, en un arrebato masoquista, nos ponemos a imaginar que bríosa película podría haber resultado, si la hubiera dirigido, por ejemplo, Spike Lee, que tras dejar a un lado su cine de tesis, nos ha brindado dos de las películas más recias de la década, La última noche y Plan oculto.

Eso sí, para justificar el desaguisado no hay scottista que no te suelte a las primeras de cambio, ya bueno, pero cuidadín, que es el tío que dirigió Blade Runner y Alien. (Los más versados añaden también Los duelistas.)

Que estamos en el 2008. Que ya hace treinta años de aquello. Que si algo ha demostrado su filmografía posterior es que si esas películas tienen algún valor es a pesar de él. Ojo, que estamos hablando del director, entre otras, de La teniente O'Neill, Tormenta blanca, Hannibal y 1492. Sin tetas no hay paraíso.

(Como decíamos, mejor caer en gracia que hacerla. Su hermano Antonio, Tony para los amigos, que los tiene, aunque no entre los críticos, sería paradigma de lo contrario.)

Por otro lado tenemos a P.T. Anderson que acaba de estrenar también su último trabajo, Pozos de ambición, -originalmente There will be blood; aquí sí que a las distribuidoras les ha pillado el estreno trabajando-, y al que le han llovido más palos que ranas caían del cielo en una escena inolvidable de Magnolia, una de sus películas anteriores.

Y eso a pesar, o quizá por ello, de que su filmografía consta, además de las ya mencionadas, de la hiperbólica Boogie Nights y la marciana Punch-Drunk Love. De lo mejorcito oiga, de los últimos años.

Pero, y no sólo en el ámbito cinematográfico, es necesario caer en gracia. Cuando alguien se sale del camino preestablecido o nos sorprende actuando de una manera que no esperamos, no sólo nos choca y nos descoloca sino que nos cuesta aceptar el que haya obrado de esa manera sin consultárnoslo. ¡¿Cómo se atreve?!
Al obrar así nos hace más evidentes nuestras miserias, nuestros miedos y limitaciones y eso difícilmente lo perdonamos.

Por suerte, tanto en la vida como en el cine, que viene a ser lo mismo, siempre habrá quien vaya por libre y a contracorriente y nos muestre que hay más de un camino posible.

Entre ellos, P.T. El extraterrestre. Afortunadamente, sus películas son de este mundo.

miércoles, 30 de enero de 2008

El diablo de Tasmania. Gallardón y calavera



Para quienes nos hemos soñado aventureros pero lo más osado que hemos realizado es fumar en las escaleras mecánicas de El Corte Inglés, la imagen y el recuerdo de algunos actores del Hollywood clásico nos ayuda a sobrellevar nuestras incapacidades.

Entre ellos ocupa lugar preeminente Errol Flynn, nacido el 1909 en Hobart, Tasmania. Ya sea como sheriff, pistolero, militar, pirata, boxeador, legendario en la pantalla y fuera de ella, su presencia nos ha acompañado y reconfortado desde que éramos pequeños.

Príncipe de una época no ya pasada sino que no ha de volver, de personalidad magnética y arrolladora que trascendía sus películas y nos salpicaba a borbotones en la cara, que sabía no ya actuar, sino, -algo que no se puede decir de la mayoría de actores actuales-, leer y escribir con soltura, como demuestra su autobiografía My wicked, wicked ways, libre y castizamente titulada en castellano Gallardo y calavera y que decidió empezar tal que así:

1ª Parte. Diablo de Tasmania, 1909- 1927.

Un diablo de Tasmania (sarcophilus ursinus)
es un carnívoro marsupial conocido
por su extrema ferocidad.


¡Toma ya! Que ya no quedan tipos como él, actores o no, es algo que ya sabíamos. Si nos atrevemos a establecer comparaciones, nunca como en este caso tan odiosas, los resultados, empezando por nosotros mismos serían deprimentes. Si en un alarde de masoquismo y exceso de tiempo libre, en el trabajo por ejemplo, nos dedicásemos a compararlo con nuestros políticos, y nos da en la nariz que con los de otros países, la baja por enajenación mental, no especialmente transitoria no nos la quita nadie.

Mediocres, pelotas, chusqueros, vulgares en sus formas y en el vestir, zafios y marisabidillas, verlos u oírlos es un espectáculo grimoso.

Tras casi cuatro años de campaña electoral se acercan las elecciones generales y todos mueven ficha temerosos, algunos de no perder el chollo, prestos a pillarlo los otros.

El penúltimo capítulo de esta historia ha ocurrido en Madrid y ha tratado sobre el lugar a ocupar en las futuras listas electorales del partido popular. A pesar de haber sido elegidos por sus conciudadanos como alcalde y presidenta de la Comunidad, Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre no se han escondido a la hora de ofrecerse como acompañantes de Mariano Rajoy, eso sí en un lugar destacado.

Todos a estas alturas sabemos cómo ha acabado la trifulca que a los gaiteros nos trae al pairo. Lo que no deja de sorprendernos es la alta valoración que el alcalde de la capital de España tiene no ya entre sus fieles, no en todos es cierto, sino sobretodo en los que no son votantes potenciales de su partido.

Ni gallardo ni calavera, a nosotros siempre nos ha parecido un repelente niño Vicente cuya presencia nos ha causado más bien repelús. Todo en él nos suena a hueco y falso, a pose calculada pendiente siempre de las encuestas. Con chófer y coche oficial desde su primera comunión, hasta su segundo apellido nos produce sospechas y no nos extrañaría que no contento con llamarse Gallardo hubiera decidido aplicarse un sufijo aumentativo.
De cualquier manera nuestras penas, con pan o sin ellas, las destinamos a empresas mayores y si en su partido y en el resto, sus dirigentes deciden comerse como tiburones, mordisco por la espalda va, mordisco viene, no lloraremos por ello.

Preferimos imaginarnos con el verdadero diablo de Tasmania, a bordo de su yate Santana, como el más torpe de los grumetes, viento en popa a toda vela, a babor, siempre a babor.

¡Avante toda!

sábado, 19 de enero de 2008

Los intrusos del calendario



Es remarcable la habilidad de los seres humanos en recordar sólo lo que queremos y aún más la de creernos con unas capacidades superiores a las que realmente atesoramos.

Por estas fechas es habitual además, armarse de buenos propósitos. De antiguos que no has conseguido y de nuevos que hacía algún tiempo que te rondaban por la cabeza. El inicio del año es lo que tiene. Borrón y cuenta nueva. Con bríos renovados y poca memoria, como si fuera la primera vez que lo intentásemos.
Para este viaje no son necesarias muchas alforjas. Basta, como decíamos, poca retentiva, un bolígrafo y un calendario, si bien es cierto, como habrán notado los más puntillosos, que para escribir puede sernos igual de útil un lápiz, una pluma o un rotulador. Lo que es imprescindible, más aún que una memoria de mosquito es un buen calendario con sus doce meses, doce causas, y sus 365 días o como este año, 366, ni uno más ni uno menos.




Y por calendarios no será. Los hay de todo tipo. Más o menos estilosos, más o menos lucidos, más o menos aparatosos. Eso sí, como en casi todo, los tiempos han cambiado.

¿Dónde están aquellos calendarios que antiguamente encontrábamos en cualquier taller mecánico orgulloso de serlo? ¿Dónde han ido a parar aquellas beldades que los adornaban vestidas igual en diciembre que en agosto?

Cada vez son más difíciles de encontrar. El intrusismo también ha llegado al gremio. Se ha dejado de lado la profesionalidad de antaño y el amateurismo campa a sus anchas haciendo mucho daño.

Ahora cualquiera se levanta por la mañana y se cree que los demás tenemos ganas de verlos medio desnudos, con la boca entreabierta haciendo mohínes extraños.

Que acabamos de jubilarnos y estamos aburridas, calendario al canto. Y si a nuestro nieto le da un pasmo al vernos, pues se siente.

Que no tenemos agua caliente en el gimnasio y el presi de nuestro equipo de baloncesto no se enrolla. Tranquilas, llamamos al amigo de un amiga de un vecino del primo del sobrino de mi ahijada que me parece que hizo un curso de fotografía y santas pascuas.

Que nos cierran el centro donde hacemos cerámica y restauraciones varias. Alto ahí. Antes que nos fotografíen medio en pelotas rebozadas en arcilla.

Más aún, no hay cuerpo de seguridad que se precie que no nos deleite con un calendario propio. Uniformes para que os quiero, que vale, no seré el tipo más simpático del cuerpo pero eh, mira junio y como ha salido mi cuerpo saleroso, sin quitarme las gafas de sol, claro.

Si por el contrario a alguna de las chicas que humedecieron nuestra adolescencia se les ocurriera empezar a ponernos multas a troche y moche, los gritos policiales despertarían de la siesta hasta a los esforzados astronautas de la estación espacial Mir, si es que todavía queda alguno.

Por suerte, como casi siempre, dios aprieta pero no ahoga, y desde hace décadas los aficionados a los calendarios clásicos saben que hay alguien que en silencio sigue pensando en ellos.

Ave Pirelli, los que van a volver a intentar dejar de fumar este año te saludan.

martes, 8 de enero de 2008

Enero cuesta




Llevamos una semana de este simpático nuevo año recién estrenado dándole a la sesera y no se nos ha ocurrido mejor manera de empezarlo que la que os sugerimos a finales del anterior. Bailar, o por lo menos, si los resfriados traicioneros o un exceso de pudor mal entendido no os permiten otra cosa, viendo como lo hacen los que saben.

Os ofrecemos dos piezas imperecederas que los buenos aficionados recordaréis con placer y que los que no tenéis el gusto, pero paradoja mediante, sí buen gusto, agradeceréis hasta que la muerte nos separe.

Con todos vosotros las largas piernas de Cyd Charisse. Con ellas, todas las cuestas, incluida la de enero, se hacen mucho más cortas.