domingo, 29 de junio de 2008

Don E.R.E que E.R.E



Es tan propio de nuestra fauna y flora local mirar con desdén los turistas que tienen a bien visitarnos que si fuera deporte olímpico en los Juegos que se avecinan ganaríamos sin problemas todas las medallas.

Y que tire la primera chancleta quien esté libre de pecado. No deja de ser curioso no obstante, que menospreciemos y tratemos con desapego a quienes se han convertido en el primer y casi único sustento de la ciudad de nuestros olores.

Cuando, según nos cuentan, la construcción ya no es lo que era, en estos tiempos de contención salarial, los expedientes de regulación de empleo se han vuelto tan habituales que los directores de recursos humanos de nuestras grandes, pequeñas y medianas empresas parecen haberse puesto todos de acuerdo en tomar como modelo y referencia al pelmazo de Paco Martinez Soria y hacer de uno de sus taquillazos, Don Erre que Erre, su película de cabecera, convirtiéndose cada uno de ellos, con un pie en el pasado, en la época de la Revolución Industrial concretamente y otro en el presente más rabioso, atentos a un lenguaje que se transforma, -dejando por el camino un par de erres y unos cuantos miles de empleos superfluos-, en melifluos pero convencidos Don E.R.E que E.R.E.

Tantos másters y postgrados en escuelas de negocios de postín para acabar siendo sosias del actor más taquillero del cine, -o lo que fuera-, español no parece gran cosa pero allá cada uno con su tiempo y su dinero. Los gaiteros vamos justillos de ambas cosas y más aún en estas fechas veraniegas. Así pues, inasequibles al desaliento y a la falta de aliento proponemos un remedio casero, a la par que económico para cuando la canícula aprieta y casi nos ahoga.
No hacer nada, o acaso lo menos posible. Ahí queda eso. Sí, lo sabemos, algo de lo más subversivo en estos tiempos que más que correr, vuelan. Descansados que nos hemos levantado a la par que revoltosos.


Predicando con el ejemplo, no haciendo ni el huevo, si exceptuamos unas pocas necesidades fisiológicas inexcusables, fumando esperamos que nuestros jefes de personal nos llamen a su despacho para proponernos la prejubilación, -bendita palabra-. Aunque mucho nos tememos que lo harán antes para explicarnos las bondades de la semana laboral de sesenta y cinco horas que se nos viene encima.

Eso sí, contradictorios que somos, dedicaremos algo de nuestro tiempo laboral a crear y sentar las bases de un nuevo movimiento que sin duda tendrá el éxito que se merece, la Plataforma por las sesenta y cinco horas de sueño semanales (ni una menos), de los progresos de la cual os iremos informando progresivamente.

Mientras tanto lo dicho, manteneros fuertes en vuestro nuevo propósito haciendo lo menos posible y disfrutar, entre otros, de esta perla del inmortal cantante cubano Ignacio Jacinto Villa Fernández, más conocido por todos como Bola de Nieve.

Ya lo dice el refrán. Contra la caló, nieve.

En bolas.





sábado, 21 de junio de 2008

La nueva canción de Mikel





Espoleado por el reciente éxito de su colaboración tête à tête con Nicolas Sarkozy en la nueva versión franco-española del clásico jalisciense El Rey, nuestro Mikel Berberentxun, el primer cantautor de derechas, perdón de centro-derecha, ha salido de su letargo invernal, otoñal y también primaveral y esta vez va a por todas.

Después de su tripleta veraniega, El blues del despido libre, Del caserío me río y Los doce del prostíbulo, sus tres grandes éxitos del año pasado, vuelve por sus fueros y por los que lo fueron y nos presenta su nueva creación, Una calle de París, mejor dicho, Una calle de Madrid.

Para todos vosotros y en rigurosa primicia, la última canción de Mikel, de rima algo tosca pero, -una, grande y-, libre.

Un nuevo hit al pilpil. ¡Que os aproveche!

Una calle de París, perdón,
una calle de Madrid, quise decir.
En Génova número trece,
si te sientes triste y de bajón
tendrás siempre listo un sillón.

Años duros nos esperan,
más duros que un huevo duro,
Ríete tú de la transición
y de los ochenta, al alimón.

En nuestra calle de Madrid,
a quien más chisarabís,
entre nosotros compatriotas
nos líamos todos a tortas.

Llevamos mil años chupando del bote,
que en las próximas elecciones
se les quede a los otros
la cara de pasmarote.

Negros, blancos y moritos,
altos, bajos e invertidos,
en la casa grande del centro-derecha
cabemos casi todos
aunque sea apretujaditos.

Volveremos a vencer,
convencer nunca nos ha importado,
descamisados estáis más acabados
que el charlestón y el cinemascope,
a nosotros lo que nos pone
es sintonizar a todas horas la Cope.

Y recuerda afiliado popular
que en Génova número trece,
tendrás siempre un diván
en el que poderte estirar
para poder descansar.

Una calle de París,
perdón, una calle de Madrid
quise decir,
llamada Génova street.
Génova street, Génova street.
Ohh, sííí...


Ahí está el nuevo bombazo, en este caso musical, del otrora desorientado Mikel Berberentxun, reconvertido en el primer cantautor de derechas, perdón, de centro-derecha, perdón, liberal, perdón, democristiano, perdón neoconservador, perdón y mil veces perdón.

Y para los primeros afortunados, a la par que resueltos, que se bajen la canción, previo módico pago, sorteamos diez visitas al casco antiguo de Polaris World, los mejores resorts de Europa. Con guía y todo.

Mikel Berberentxun ha vuelto. Mocasines con borlas y la camisa por dentro.