martes, 6 de marzo de 2007

Posmodernidad. Dar opas con honda



Dos noticias nos han sacudido estos últimos días. La muerte de Jean Baudrillard y la enfermedad del nuevo edificio de Gas Natural en Barcelona. De la muerte del padre de la posmodernidad pasaremos de puntillas ya que mentes mucho más preclaras que las nuestras lo han hecho profusamente.

Eso sí, hemos echado en falta que ninguna de ellas ha mencionado un hecho clave de su biografía, reconocido por el propio finado. En su Reims natal era conocido por Ladrillard, mote que le pusieron algunos compañeros de escuela, concretamente hijos de emigrantes españoles que fueron a hacer las américas pero que, debido a las prisas, se confundieron de barco.

El amigo Jean, algo grandilocuente desde su más tierna infancia, según sus compañeros, se pasó toda su vida intentando hacer honor al sobrenombre adquirido gracias principalmente a las redacciones de tema libre con las que bombardeaba a toda la clase incluso en asignaturas como matemáticas, física y yo también fui de la resistencia, faltaría plus, (pronuncíese pliiuuu), ejes fundamentales del sistema educativo francés, desde antes incluso de la Segunda Guerra Mundial.

Mencionado este hecho capital sin el que la posmodernidad, el postestructuralismo y la hiperrealidad no sólo no serían lo mismo sino que probablemente no hubiesen existido, procedamos a comentar el segundo hecho más significatico de los últimos días.

Para todos aquellos que no hayan tenido contacto con el mundo real o hiperreal desde la eliminación del Barça en la Champions (pronuncíese Copa de Europa) informaros que hace muy pocos días se hizo público que el nuevo edificio de Gas Natural en la Barceloneta tuvo que ser desalojado debido a que 150 de sus 1000 trabajadores enfermaron en la oficina. ¿Gripazo, gastroenteritis aguda? Frío, frío.

Según el Departament de Treball de la Generalitat se trataba de una enfermedad conocida con el nombre de lipoatrofia semicircular que consiste en una pérdida del tejido adiposo en las piernas. Sus causas podrían ser las cargas electroestáticas alrededor de las mesas de trabajo en conjunción con el clima seco de las oficinas. Se trata de una dolencia leve y reversible.
Gas Natural tuvo el detalle, que aplaudimos, de desalojar a sus 1.000 empleados del edificio para llevar a cabo las obras necesarias para evitar el problema.
Las primeras medidas consisten en mejorar las tomas de tierra de las mesas del trabajo e instalar mecanismos para aumentar la humedad en el edificio y así neutralizar los campos de electricidad inducida.

Nadie ha sido hospitalizado ni ha cogido la baja, explicó un portavoz de la empresa que añadió que continúan trabajando en casa. La enfermedad está vinculada a oficinas nuevas y modernas, añadió, pero existe poca documentación sobre el tema. Éste es el primer caso que se produce en Catalunya en el ámbito laboral.

"Es como si presionaras el muslo con el dedo pero al quitarlo no desapareciese esa hendidura". Así describen desde la compañía lo que presentan en las piernas un 15% de sus trabajadores. Sería algo parecido a la señal que dejan los calcetines en la piel pero que, en este caso, se queda de forma constante.

Si esto no es posmoderno que baje Baudrillard y lo vea. Ni al él se le podría haber ocurrido algo así. No sólo la enfermedad en sí sino el hecho de que ninguno de los trabajadores, ni uno solo, ha cogido la baja. ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Hacer huelgas a la japonesa? De ahí a llevar bermudas y chancletas con calcetines sólo hay un paso.

Que estamos hablando de Gas Natural, la empresa que lleva varios meses intentando hacerse con el control de la primera eléctrica del país. Que no podemos quedarnos con Endesa, pues no pasa nada. Todo se andará, pero mientras tanto subimos el precio del recibo del gas y que nuestros empleados además del sueldo y unas vistas estupendas en un nuevo edificio de ultimísima generación con todos los adelantos posibles, disfruten de toda la electricidad estática que sus cuerpos sean capaces de aguantar, o no.
No sólo responden al perfil que buscamos sino que además son todos unos posmodernos. Como el arquitecto que lo diseñó, Enric Miralles, por cierto, también fallecido. Como el edificio. Como nosotros. Y de la opa a Endesa ya nos ocuparemos cuando toque.

Desde aquí proponemos que se inicien visitas guiadas a las plantas más afectadas del edificio en cuestión a un precio no particularmente módico para sacarle aún más partido al tema y que el estado proporciones subvenciones a los edificios que todavía no disponen de la electricidad estática necesaria.

Con hechos como éste la posmodernidad podrá salir adelante a pesar de la muerte de su fundador. Pero hay que ir más alla.

Los Gaiteros recomendamos adaptar expresiones que están en desuso y posmodernizarlas para que estén acorde con los tiempos.

Por ejemplo dar sopas con honda.

Aunque es una locución que casi nadie utiliza y por tanto extraña para muchos, todos cuantos aún la reconocen, aunque cada vez son menos, están de acuerdo en que significa mostrar una persona, clara superioridad en algo sobre otra.

Creemos que lo correcto sería transformarla en dar opas con honda. No sólo sería una expresión posmoderna sino que hasta el antisistema más recalcitrante, Imma Mayol o quien sea, podría utilizarla sin el temor de que le señalasen con el dedo por antiguo o redicho y todo el mundo sin excepción entendería lo que quiere decir.

Renovarse o morir. (Por ésta parece que no pasan los años.)

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