Nada, que no hay manera. Nos lo estamos ganando a pulso.
Con ustedes el blog necrológico Los gaiteros o mejor aún Los gaiteros necrófilos o ya puestos, Los necrófilos directamente. Estamos pensando seriamente en cambiarnos el nombre.
Con ustedes el blog necrológico Los gaiteros o mejor aún Los gaiteros necrófilos o ya puestos, Los necrófilos directamente. Estamos pensando seriamente en cambiarnos el nombre.
En fin, para los que piensen que vamos a disertar sobre la trilogía aquella de El señor de los anillos, aquella que cada película era más larga que la anterior, advertiros que no es así. Para los que crean que lo que queremos es hacerlo sobre su versión para adultos, como si dijéramos, y que fue traducida como El zorrón de los anillos, pues tampoco, a pesar de que aunque era igual de pretenciosa que su versión para todos los públicos, era mucho más corta y algo más estimulante aunque la falta de medios era más que evidente.
Para los que por último crean que vamos a aproximarnos a la venerable figura de Juan Antonio Samaranch, el único falangista que ha llegado a catalán universal, sentimos decepcionaros nuevamente.
Como ya os hemos comentado al inicio, a nuestro pesar, parece que nos estamos especializando en glosar figuras fallecidas.
Hace muy pocos días nos sorprendió el fallecimiento de Dennis Jonhson, ex-jugador de la NBA.
Para los no iniciados recordar simplemente que formó parte en los años ochenta de los míticos Boston Celtics como base titular junto a otros nombre míticos como Larry Bird, Danny Ainge, Kevin Mchale y Robert Parish. Ganó tres títulos de la liga americana, de ahí lo de los anillos, llegó a jugar cinco veces el partido de las estrellas y fue elegido nueve veces en el mejor equipo defensivo de la liga. Incluso ganó el MVP de las series finales del 78 cuando aún jugaba para los Seattle Supersonics. Un figura vamos.
Los gaiteros, como ya habéis comprobado, somos esencialmente futboleros. El baloncesto nos trae bastante sin cuidado. Aunque no siempre fue así. La defunción, hala otra más, de nuestro antiguo interés, se produjo el día de San Esteban de 1995. Aquel día se retiró definitivamente nuestro jugador preferido, SuperEpi, símbolo de una época ya pasada y jugador de leyenda. Ya hablaremos de él y de todo lo que significó en su momento.
Volvamos al jugador que nos ocupa. Se hace complicado entender actualmente, globalizados como estamos, que veinte años atrás eran muy pocos los que sabían que era la NBA. Sin ir más lejos esta semana, en internet teníamos los resultados de los Oscars no sólo obviamente al momento sino un día antes de que los periódicos locales hablasen de ellos. Hace veinte años no era así. Empezamos a tener noticias de la que ya entonces se autoproclamaba, con razón, la mejor liga de basket del mundo, con las marcianas retransmisiones que Ramon Trecet en Televisión Española.
Era la época de Johnson y sus Celtics, de sus duelos imperiales contra los Lakers de Magic, Jabbar, Worthy y el infravalorado y bigotudo Kurt Rambis. De las Torres Gemelas no de Nueva York sino de Houston, del Dr. J y Dominic Wilkins y sus mates estratosféricos y que los de mi generación intentábamos imitar en los recreos del cole, rompiendo cualquier tablero que se nos pusiese por delante.
Una época ya lejana, donde no sólo esos jugadores americanos, de los que apenas sabíamos nada, sino mucha de la gente que nos rodeaba, nos parecían gigantes. O quizá es que, tan sólo, nosotros éramos muy pequeños.