Hacía mucho tiempo que unas imágenes no nos causaban una impresión tan profunda. Nos referimos al baile, rapeo, espasmos, un cubito de hielo en los pantalones o lo que fuera aquello, de Karl Rove, uno de los asesores más cercanos al presidente actual de los Estados Unidos, quien comentan tiene un peso fundamental en sus decisiones de política interior y que acostumbra a ser jefe de sus campañas electorales.
En la foto de arriba es el que lleva corbata y lo que deberían haber hecho es arrestarle antes de que empezara el baile. A buenas horas...
Los gaiteros de manera unánime hemos decidido convertirnos en ciudadanos americanos de manera inmediata para votar todas las veces que hagan falta por Bush Junior, aunque no vuelva a presentarse, siempre y cuando el rapero Ro-Ro-Rove no vuelva a ejercitar su derecho al ejercicio físico, el que sea, siguiendo una melodía, o por lo menos que no lo haga en público.
Que un tipo se mueva de una manera tan alejada a la que la música que suena aconseja, por mucho que a lo mejor llevase unos calzoncillos un par de tallas más pequeñas de las necesarias, hace que, figuras inolvidables que han hecho del movimiento del cuerpo algo bello, inolvidable y digno de ser visto una y otra vez, figuras de ayer, de hoy y de siempre, como Shakira, cobren aún mayor relevancia. Figuras como Raffaella Carrá, como el loco ese de los bailes irlandeses o como Romario.
(De Shakira volveremos a hablar en otra ocasión, la chica se lo merece, de sus virtudes, evidentes, y de sus defectos, que los tiene. Y es que la colombiana ha hecho mucho daño. ¿O no es doloroso ver a todas esas señoritas que, especialmente de noche y en discotecas o bares musicales creen que lo que hace es fácil e intentan sin éxito moverse como ella?
Y ciertamente difícil no parece. Una chica que está empezando como quien dice, en el mundo de la música, Beyoncé, algo descompensada además de cintura para abajo, imaginamos que practicando un poquito en casa, sola, frente al espejo del recibidor lo clava en el video que acaban de sacar conjuntamente.)
Pero volvamos Romario, uno de nuestros iconoclastas de cabecera.
Con 41 años, al que cuando dejó el F.C. Barcelona, hace más de diez, muchos de los que ahora se descuelgan con artículos hagiográficos habían enterrado, está a un gol de llegar a los mil. Mil goles. No está mal como legado en la vida de un hombre, especialmente si eres futbolista y más concretamente delantero, si bien es cierto que aún tendría más mérito si fuese defensa.
Pichichi y campeón de liga con el Barça, entre otros muchos títulos, hombre de palabra, cumplió su promesa al inicio de aquella única temporada inolvidable que estuvo entre nosotros de que haría treinta goles. Y así fue. Ni uno más, ni uno menos.
Y campeón del mundo con Brasil. ¿Puede haber algo más grande?
Todo eso llevando una vida supuestamente desordenada que no lo debía ser tanto, cuando a su edad, mientras él sigue haciendo goles, el resto de futbolistas o están retirados del todo o se dedican a hacer de comentaristas usando un máximo de ocho o diez palabras, lo cual también tiene su mérito. (El más dotado en este sentido es Poli Rincón que en la Ser lo hace desde hace años utilizando sólo cuatro: el - furbol - es - asín.)
Autor además de unas cuantas frases memorables de las que sólo recordaremos dos:
"Como voy a tener estrés con la pasta que gano". Algo prosaica es cierto, pero que zanjó de raíz el bulo que corría cuando jugó en el Barça y del que se llegó a decir incluso que se le caía el pelo. Pelo ya canoso en parte, pero todavía bastante abundante.
Y la que es nuestra favorita, no sólo de las realizadas por él sino de todo el siglo XX:
"No temo a la muerte. Sólo tengo miedo a los perros, los aviones y a las espinas de pescado."
Frase inmarcesible, digna de un poeta como él a tiempo completo, dentro y fuera del campo.
Romario, cual lobo estepario a la búsqueda de ese gol milenario, partido tras partido, que le devuelva la paz y le permita por fin retirarse para disfrutar más aún si cabe, de la vida.
Por estos lares por si alguien no lo sabe, también ha decidido retirarse Lluís Llach uno de nuestros cantantes más ilustres. Hemos sido testigos de su último acto público por tierra, mar y aire y aunque casi siempre lo hemos considerado un claro ejemplo de iconoplasta, el tiempo nos ha hecho modificar en parte nuestra percepción. El tiempo y Alejandro, uno de Los gaiteros. Sin querer, el pasado verano fue testigo de un pequeño concierto, sin propaganda alguna que se celebró en Barcelona, en plena calle, por la tarde, organizado por la Asociació d'amics de l'esquerra de l'eixample.
A Alejandro aquel concierto casi familiar, con muy poco público debido a lo reducido del espacio donde se realizó, le pareció casi entrañable. Si bien es cierto que estaba en compañía de su mujer y su hijo y cuando está con ellos le parecen entrañables hasta las noticias de Antena 3.
Lo que no nos pareció entrañable, sino grotesco y obsceno fue la cantidad de políticos que asistieron al segundo de los conciertos de despedida que el cantante ofreció en Verges y que casualmente fue el único que se emitió por televisión. Quizá eso no sea achacable a Llach pero esa vocación de sumo sacerdote que parece perdornarnos nuestros pecados que le ha acompañado siempre y que volvió a ejercer en su último día es quizá lo que mas nos aleja de él.
Y no sólo políticos, allí también estaba por ejemplo el futbolista iconoplasta por excelencia, Pep Guardiola, némesis de Romario.
Creemos interesante reflejar las opiniones de dos de nuestros iconoclastillas locales más reconocidos. Pau Riba y Albert Pla:
P.R.: Le he oído muy a menudo pero nunca le he escuchado seriamente. Para mí, Llach sería el representante más importante que ha existido en Catalunya del movimiento Fluxus, por su contante énfasis en la demolición del piano. Llach parece que es un personaje imprescindible en nuestro panorama musical más cercano. Dicen que es muy importante.
A. P.: Dicen que no soporto a Lluís Llach y eso no es cierto. De hecho le admiro mucho y le deseo lo mejor en su retiro de los escenarios. Con las canciones de Llach tengo un problema porque comenzaron a darme grima cuando me las pusieron de pequeño en el colegio -el simpático sistema pedagógico Rosa Sensat-, y al cabo de unos años siguieron dándome grima porque me hice punkie.
Cada uno, como en todo, tendrá su opinión al respecto. Los gaiteros os anticipamos que sabremos sobrellevar tan dura pérdida. Y es que en un Camp Nou lleno, si tuviéramos que escoger entre el Baixinho y Llach nos quedaríamos con el primero.
Un gol, y otro y otro más, pim pam pum, así hasta mil.
Romario, el futbolista que cuando cumplió su sueño, miró lo que había hecho y satisfecho, por fin, descansó.