jueves, 11 de octubre de 2007

Humor amarillo nuclear



La cadena de televisión Cuatro, desde hace algún tiempo, en un alarde de originalidad y para regocijo de sus seguidores, viene reponiendo el programa Humor amarillo. Para los no iniciados, se trata de aquella joya de la televisión japonesa que en su momento emitió Tele5, tu cadena amiga, y en el que voluntariamente los japoneses y las japonesas, que diría Ibarretxe-san, se daban unos galletos de tomo y lomo contra todo lo que se meneaba y que contaba entre sus presentadores con el hiératico Takeshi Kitano, entonces futuro director de culto y máximo representante de la escuela nipona del método de Yokohama, que basa todo su programa actoral en por qué-mover-una-pestaña-dos-veces-si-con-una-me-basto-y-me-sobro y de la cual los gaiteros somos fervientes defensores.

Como no podía ser de otra forma, tratándose de una televisión de postín como la que nos ocupa, los amigos de Cuatro han renovado el programa modificando las voces y los comentarios que acompañan cada talegazo.

Aún reconociendo su mérito, no es suficiente. Cuando el depósito de las nuevas ideas está ya en reserva, es comprensible recordar a Karina y ponerse a buscar en el baúl de los recuerdos.
Pero que sea comprensible no implica que sea del todo justificable. Ponerle un envoltorio nuevo, o apenas un lazo, no es de recibo. Se te ha secado la mollera, de acuerdo. Estás pasando un mal momento o no tienes tiempo, no te preocupes. Quien esté libre de pecado que tire la primera gaita. Te tomas tu tiempo, pides ayuda, recapacitas, das un paso atrás y te parapetas en tu fortín a la espera de épocas más lúcidas.

Sorprendentemente, o no tanto, quien sí ha hecho lo que debía y ha dado una vuelta de tuerca a un programa con un futuro yermo, reside en un país, a priori, poco dado a tales alegrías. Nos referimos a Irán y más concretamente a su ministro de cultura, el revolucionario Mohamed Hosein Saffar-Harandi.

Este nuevo mago del humor, medalla de plata en el campeonato de clubes de comedia de su país, bueno sólo hay un club pero es muy espacioso, nos deleitó hace pocas fechas con algunos de sus monólogos, -sí, hijo sí, en Irán también-, famosos en su tierra pero desgraciadamente desconocidos por estos lares.

Recordaremos solamente el que dedicó a la música, si bien es cierto que tiene otros sobre la censura, el holocausto, el velo y las buenas maneras que son realmente tronchantes.

En una entrevista promocional de su por fin recién editado DVD con sus mejores gags, una periodista algo quisquillosa y no muy ducha en el humor iraní, le preguntó con retintín:

-¿Le gusta la música? Dicen que está en contra del rock y del rap.

-Sí, me gusta. Aunque debe cumplir algunas condiciones, entre ellas, que no haga que las personas se salgan de sí y pierdan la compostura. He oído que que algunos estilos, no el propio rap sino el heavy metal y algún otro, con el uso de alucinógenos llegan a provocar que mientras se conduce a toda velocidad (los jóvenes) abran las ventanas y las puertas y salten por ellas. Me opongo a ese tipo de música.

Y nosotros. Eso no es música ni es nada. Si bien es cierto que no sabemos de ningún caso como los que nos presenta Mohamed, excepto algunos que se han producido en los trenes de cercanías en la provincia de Barcelona, nos atrevemos a aventurar que más que a ese peligroso cóctel de heavy metal y alucinógenos mencionado, el que la gente joven salte por la ventana se puede deber en mayor medida a una partida de muelles defectuosos instalados en los asientos de los vehículos.

De todas maneras, nuestro preferido, al igual que para sus conciudadanos, por algo quedó primero en el concurso de nuevos humoristas y de allí, catapultado al cargo de presidente de la República Islámica de Irán, es el nuevo tótem de lo cómico, el gran Mahmud Ahmadineyad.

Su humor, y de ahí lo novedoso y probablemente el secreto de su éxito, es que va más allá. Su show, de gira también, integra diferentes artes escénicas. Este cómico superdotado, mitad mago, mitad trilero, está haciendo furor por medio mundo con su espectáculo abracadabrante.

Saben aquel que va un hombre por Teherán y ve un homosexual y se gira y alehop, ya no lo ve. ¿Cómo estaba la plaza? Abarrotá, y aún así, ningún homosexual por aquí, ningún homosexual por allí.

Sin ayudante ni nada y por cuatro duros el tío te monta una función que ríete tú, -y te aseguro que te ríes-, de las del Cirque du soleil y José Luis Moreno.

¿Kiarostami?, ¿Marjane Satrapi? Quita, quita. ¿Escenas de un matrimonio?, ¿Pilar Rahola? Frío, frío.

Lo que se lleva es el nuevo dúo Sacapuntas y su programa Humor amarillo nuclear. Cada jueves en su mezquita favorita. Humor de destrucción masiva.

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