lunes, 21 de abril de 2008

Donde dije digo...



Resulta chocante que el antiamericanismo imperante por estos pagos sea inversamente proporcional al interés con que se nos muestran sus elecciones, no ya presidenciales, sino primarias.

Quién ganó en Michigan, el favorito en los sondeos en Delaware, cómo afectarán los resultados de los caucus de Iowa en el desenlace final, qué candidato ha salido más beneficiado en el último debate televisivo, son datos que manejan con soltura, no ya los tertulianos habituales y que tanto les da un roto en Palestina que un descosido en Kosovo, sino la mayoría de ciudadanos.

Pues yo prefiero a Hillary, por fin una mujer presidenta de los Estados Unidos, se comenta displicentemente en cualquier ascensor que se precie, como si aquí hubiéramos tenido veintiseis presidentas seguidas; o, no, ahora es el turno de que un afroamericano llegue a la Casa Blanca. (Si a alguien se le escapa negro en vez del eufemismo dominante, inmediatamente queda apestado y por muchas veces que se disculpe, aunque sea de forma sincera, el valor de su opinión pierde muchos enteros y han de pasar unos quince o veinte minutos para que la gente deje de señalarle con el dedo, murmurando, ése, ése es, ha dicho negro.)

De todas formas, por muchas veces que se te escape lo de negro, sin ningún tipo de intención ulterior, no es nada comparado al oprovio e ignominia que le acontece a algún despitado, si, por el motivo que sea, y por muy razonado que esté, se le ocurre reconocer que el candidato que le hace tilín es el del partido republicano. No sólo no volverá a ser invitado a ningún tipo de encuentro lúdico-social sino que no hay quien le libre, de que esa ronda, la última para el paria a partir de ahora, sea él quien la pague.

Y aún así, a pesar del apabullante seguimiento electoral, por tierra, mar y aire que comentábamos, hay algunos detalles que pasan desapercibidos. Uno de ellos, y que a los gaiteros nos ha llamado la atención, el hecho en sí, y el escaso tratamiento mediático que ha recibido, tiene como protagonista a la señora Clinton.

Nos referimos al renuncio en que han pillado a la candidata demócrata. En uno de sus mítines, enarbolando su experiencia y dotes de mando, en contraposición, se supone, a los de su rival de partido, describió una visita oficial como Primera Dama a Bosnia en 1996, cuando aún persistían las hostilidades, de tal guisa:

Recuerdo haber aterrizado bajo el fuego de francotiradores y nos dijeron que corriésemos hacia nuestros vehículos.

Días después se vio obligada a corregir un ápice o dos sus recuerdos del lance en cuestión, no porque recuperase de golpe la memoria, sino porque la cadena americana de televisión CBS, la mostraba en sus informativos aterrizando tan pancha con su hija, recibiendo unos presentes autóctonos en vez de tiros, también locales.

Las imágenes eran tan claras que no sólo ha modificado su versión de los hechos acaecidos sino que incluso ha pedido disculpas por la distorsión.

Este lapsus nos ha provocado un cambio de actitud no sólo respecto a las elecciones norteamericanas que confesamos nos traían bastante al pairo sino que incluso nuestra opinión de la candidata demócrata también ha sufrido un giro de 180 grados y ahora la vemos con buenos ojos. Lo que antes nos producía grima y algún que otro eczema ahora nos agrada y le reímos todas las gracias. O acaso, ¿es ella la única que recuerda como le place? Quien más, quien menos, altera o manipula sus recuerdos, a veces incluso de forma involuntaria, y a la hora de dar nuestra versión de los hechos no sólo la modificamos a nuestro antojo sino que añadimos y quitamos detalles en función de a quien se lo explicamos.

Los gaiteros siempre hemos pensado que decir siempre la verdad, sin valorar el daño o las consecuencias que pueda acarrear, no sólo es la opción más cómoda y sencilla, sino que el hacerlo está más sobrevalorado que Cristiano Ronaldo, Robinho y Victor Valdés juntos.

Que la verdad no te estropee una buena historia, o como decían en el viejo oeste americano en el que forajidos de una pieza como Liberty Valance y sus compadres hacían y deshacían a su antojo, tal y como nos enseñó, entre otros, John Ford en sus películas, cuando los hechos se convierten en leyenda, la cosa está clara, hay que imprimir la leyenda.

Así pues, a pesar de pedir disculpas por algo que no las merece, como digna y valiente seguidora de la máxima del director americano, en estos tiempos tan poco dados a la épica y ética fordianas, declaramos formalmente a la senadora del estado de Nueva York, Mrs. Hillary Diane Rodham Clinton, como nuestra candidata favorita en todas y cada una de las elecciones a las que tenga a bien presentarse, incluidas las que ahora le ocupan, y nos ofrecemos, por una modesta cantidad pecuniaria a discutir, para todo lo que sea menester.

¡Hip, hip, Hillary!

2 comentarios:

Te lo dice Kaspar: dijo...

Sin duda lo que mueve el mundo es... el esperpento!
Saludos!

titiritero dijo...

esperpento, 1 - esperanto, 0

salu2 nada esperpénticos!