Es costumbre que todo lo que empiece, termine. Y este año, que hemos vivido no muy peligrosamente, no podía ser menos.
Es práctica habitual también, aprovechar esta noche para pimplar todo lo que te había quedado pendiente del resto del año, por un precio además, cuatro veces superior al del día anterior. No seremos nosotros quienes le pongamos peros a tan antigua tradición. Allá cada uno con su hígado y con su bolsillo.
Copa en mano o no, los gaiteros creemos que la mejor manera, junto con una o dos más, de despedir el año y darle la bienvenida al siguiente es twistear con frenesí y dejar rodillas y caderas al borde de la luxación.
Por ello os ofrecemos dos muestras de cómo debe hacerse. Para que lo disfrutéis esta noche y alguna otra más. Sin contraindicaciones.
Y como no podía ser de otra forma y cumpliendo con otra tradición inexcusable de estas fechas, os deseamos un feliz 2008.
Quien sabe, quizá sea vuestro año. Por lo menos es un día más largo. Algo es algo.
Por último, y para no dejarnos ninguna tradición en el olvido, aprovechamos para pedirle a este nuevo año algo sencillo. Los gaiteros, de natural humilde, no aspiramos a mucho más.
Nos bastaría con no tener que oír nunca más que ningún entrenador, reputado o no, del deporte que sea, incluida la fórmula uno, -perdón, habíamos dicho deporte-, ha vuelto a decir a alguno de sus esforzados pupilos aquello que Johan Cruyff, gran jugador y entrenador y mejor persona, dijo a los suyos poco antes de la mítica final de Wembley.
Salid y disfrutad. Probablemente una de las frases más memorables del pasado siglo y con toda probabilidad la más repetida y peor utilizada.
Y ahora, no sean rancios y, ¡a twistear!
O salgan y disfruten, ustedes mismos, que ya son mayorcitos. Un año más concretamente.