miércoles, 9 de abril de 2008

Nico. Vuelve el hombre



Más tarde de lo que hubiéramos deseado, os volvemos a proponer una nueva promoción exclusiva, sólo para seguidores gaiteros; o más concretamente para todos aquellos, seguidores o no, que tengáis a bien soltar a cambio, una cantidad no especialmente modesta de euros.

En esta ocasión nuestros esfuerzos se han centrado en la homérica figura de uno de los copríncipes de Andorra, lo cual hará las delicias de la ex-tenista, Arancha Sánchez-Vicario, catalana universal con residencia en el simpático principado.

Nos referimos, como algunos de los expertos en paraísos fiscales y tabaco astilloso habréis adivinado, -los que no hayáis pensado en el obispo de la Seu d'Urgell, principalmente-, a Monsieur Nicolas Paul Stéphane Sarkozy de Nagy-Bocsa, afortunadamente más conocido por todos como Nicolas Sarkozy, lo cual ha agradado también sobremanera a nuestra gaitera más afrancesada, mademoiselle Juanita Bowie, alma máter de la promoción que ponemos a vuestra disposición por un tiempo, al contrario que las de Disney, para nada limitado. Hasta que lo vendamos todo vamos.

(Si conseguimos que las dos distinguidas señoritas antes mencionadas, compren el artículo en cuestión, habremos superado en dos unidades a la anterior promoción, al éxito de la cual debemos el hecho de que nuevamente hayamos optado por editar un pack de DVDs ya que no sabíamos donde meter todos los que nos quedaron por vender y que en un alarde visionario compramos regrabables.)

Introducidos en el tema, vayamos directamente al meollo. Ponemos a vuestra disposición el documental, Je m'appelle Nico, pero llámame Monsieur Sarkozy, pensado, diseñado, escrito, montado y puesto en escena por moi-même. Todo menos producido, ya que los gastos derivados de la creación de tamaño documento han sido cubiertos, y con holgura, justos es reconocerlo, por los fondos reservados del Ministerio del Interior de nuestro país vecino y sin embargo, amigo, que país.

Englobado en la moda actual del documental-verité, esta nueva joya del séptimo arte y algunos artes más, incluidos los marciales, nos muestra a nuestro protagonista durante todo un año lectivo, sin censura ni componendas de ningún tipo.

Debido a ello, los primeros 523 discos del pack no llevan ningún extra. Al contrario, sin trampa ni cartón, podemos observar al primero de los franceses, que diría el gran comunicador y mejor persona, José María García, cepillarse los dientes, uno a uno y de arriba a abajo como mandan los cánones y nueve de cada diez molares entrevistados, -los incisivos no lo tenían tan claro-, hacer la siesta con un ojo abierto, preparar un huevo de huevos poché, sus preferidos, mojando pan como un poseso hasta superar el récord de baguettes vendidas en un día, en su boulangerie predilecta del barrio, la renombrada Avec toi, pan et cebolla.

Y todos los discos con comentarios en audio del autor, por supuesto.

Extras (además del resto de la población francesa, banlieus en llamas incluidas):

Disco 524:
-Manual de seducción: Todo lo que querías saber sobre el arte del amour en un solo disco. Práctico, claro y funcional.
Y de regalo, un recortable del anillo de compromiso(s) para que podáis montarlo vosotros solos, y regalar si se da el caso, todas las veces que sean necesarias, con la inscripción que también reza en los entregados por nuestro héroe a sus primeras damas, Rien de pirulo, pa chulo chulo, y mira que brillo, mon anillo.

Disco 525:
-Su relación con los demás miembros del gobierno y el suyo propio, y en especial con el del primer ministro François Fillon, titulado, No te me equivoques François, le filón soy yo.

Disco 526:
-Las canciones favoritas de Nicolas, cantadas por él mismo.
Y para los primeros 1789 afortunados que os hagáis con esta colección, de regalo, las canciones preferidas de su graciosa majestad, (dile majestad, dile presidente de la V República Francesa) en versión politono, sonitono, megatono y la más calentita, tepongoatono.

Y aún más, para los suertudos impares de los 1789 antes mencionados, Monsieur Sarkozy y su versión remozada del clásico mejicano, Sigo siendo el Rey, mano a mano, con nuestro Mikel Berberentxun, el cantante gaitero, reaparecido por primera vez después de su descanso post-estival.

Disco 527:
-Hugonotes y jacobinos. ¿Quién es quién? Con su galería fotográfica y todo, compuesta básicamente de fotos. Y básicamente de Carla Bruni, en una versión muy básica, con su guitarra y poco más, a ratos hugonota, a otros ratos jacobina, la muy ladina, pero siempre Carla.

Y todo este ingente material por una módica cifra a convenir, en plazos,
-como todo en estos días-, de lo más cómodos, siempre y cuando tengáis un sofá en casa que sea ídem. ¿A qué esperáis pollos?

Je m'appelle Nico, pero más te vale llamarme Monsieur, o te abro la cabeza con una baguette de medio del mes pasado.

Retrato de un hombre perfecto al 110%.

En palabras de él mismo.

jueves, 27 de marzo de 2008

Dos cabalgan juntos



Richard Widmark (26/12/1914 - 24/3/2008)

Rafael Azcona (24/10/1926 - 24/3/2008)






En pie. Hasta nuevo aviso.

domingo, 16 de marzo de 2008

Marías, lleno eres de gracia. El pisito



Por si no bastara la espontánea y general confusión que muchos españoles tienen respecto a sus derechos, hoy proliferan en la televisión anuncios particularmente falaces que incitan a adquirir cosas bajo el lema “Tienes derecho a Internet” o a lo que sea en cada ocasión. Lo que a los espectadores les queda no es el gasto que han de hacer para disponer de esto o de aquello, sino el nefasto latiguillo de que tienen “derecho” a todo, incluido el mayor absurdo, “a ser feliz”. Así, no es demasiado extraño que sobre todo los jóvenes lo repitan como loros ante cualquier circunstancia: “Tenemos derecho a divertirnos”. O “a oír música gratis”. O “a la cultura, que es de todos”, y demás sandeces y despropósitos. Inevitablemente, la sibilina e inculcada idea de “tener derecho” lleva aparejada la sensación de que cada cosa le es “debida” al ciudadano y de que es al Estado al que le toca proporcionársela, a veces a un precio irrisorio y a veces gratis. Yo no sé. Tras más de treinta años de democracia lo normal sería que los españoles hubieran aprendido a distinguir con precisión a qué tienen de verdad derecho y a qué no, y por supuesto cuáles son sus deberes, pero, lejos de eso, cada vez cuesta más que lo distingan. La culpa no es sólo de la publicidad, claro está, sino en gran medida de los políticos, que además, en el reciente periodo preelectoral, se han dedicado a ofrecer toda clase de bicocas fantásticas a los votantes, haciéndoles creer aún más en su enloquecida y siempre creciente ampliación de “derechos”. Y otro tanto consigue la prensa, la cual, por ejemplo, ha convencido a los ciudadanos de que “hay que respetar todas las opiniones”, cuando lo único que hay que respetar es que todo el mundo pueda expresar la suya. Pero una vez expresadas, todas pueden ser objeto de crítica, irrisión, desprecio, denuesto, sátira o diatriba. Yo tengo derecho a decir que tal o cual opinión me parece una majadería, o racista, o machista. A lo que no lo tengo es a impedir que nadie suelte la suya. Son cosas muy distintas que se tienden a confundir, y por eso son frecuentes los lectores que me acusan de “insultar” si tildo de necedad tal o cual postura, y me recriminan que “falte al respeto” a quienes no piensan como yo. Todo el mundo puede decir lo que quiera, faltaría más, pero también todo el mundo puede opinar lo que quiera sobre lo que dicen los demás. Y todo el mundo puede opinar, desde luego, que las necedades enormes las estoy soltando yo.

He observado que uno de los “derechos” que mucha gente tiene más interiorizados es el de poseer un piso, quiero decir en propiedad. Es cierto que los precios de la vivienda son escandalosos y abusivos (tanto los de compra como los de alquiler), pero cada vez es mayor la confusión entre el derecho a una vivienda digna –pero no gratuita– que establece nuestra Constitución, y el supuesto “derecho” a ser dueño de ella. Se oyen y se ven quejas por doquier: “Es que se nos va más de la mitad del sueldo en la hipoteca”, exclama una joven pareja en televisión, como si eso no fuera lo lógico y como si la posesión de un piso fuera algo tan indispensable como el comer. Es decir, como si la pareja en cuestión no tuviera más remedio que hipotecarse a cuarenta años porque no se concibiera la posibilidad de no ser propietario. Es una extraña manía española, sin parangón en ningún país que yo conozca. Lo que los españoles parecen ignorar es que: a) el 80% de los europeos viven en régimen de alquiler, sin que eso les suponga ni una tragedia ni un oprobio; pagan por el uso de algo, y, en contra de lo que aquí se piensa, no están “tirando” el dinero, sino que lo destinan al disfrute mensual del piso a su alcance o de su elección, lo mismo que la ropa que visten o los alimentos que ingieren, que en modo alguno son eternos; y b) que, hasta hace no mucho, lo normal, también en España, era que los pisos se alquilaran, no que se pudieran comprar.

A mí me parece muy bien, por supuesto, que quien quiera adquirirlos (porque desee legarlos a sus hijos, o así se sienta más seguro, o incluso para especular) proceda a ello. Lo que encuentro disparatado y pueril es que luego ande llorando por lo costoso de la operación, o por el escaso sueldo que le resta, o que denuncie su situación “injusta”, como si no fuera una situación en la que él mismo, libre y voluntariamente, ha resuelto meterse. Es como si un ciudadano armase un escándalo por lo caro que le sale comprarse un coche, cuando nadie lo obliga a hacer ese dispendio. Y, lo mismo que existe el transporte público para quien no puede o no está dispuesto a costearse un automóvil, existen los alquileres para quienes no pueden o no quieren hipotecarse de por vida en la compra de una vivienda. Ah, pero no: no se sabe por qué, al pisito en propiedad hay demasiada gente que cree tener “derecho”, o algo que se le parece. Un joven de diecinueve años le espetó acusadoramente a Zapatero en aquel programa, Tengo una pregunta: “¿Qué le parece que yo no tenga posibilidad de comprarme un piso?” No recuerdo qué contestó el interpelado, pero no fue, desde luego, lo que habría sido sensato y normal en un país que fuera medio sensato y normal, a saber: “A su edad, me parece lo más natural. ¿Acaso ha empezado a ganar usted dinero? Y en caso afirmativo, ¿cuánto, si se puede saber? Tal vez lo anómalo sería que tuviera usted tal posibilidad”.

© Javier Marías. El País Semanal. 16/3/8

martes, 11 de marzo de 2008

Biografías selectas 2ª parte. Roberto Brasón



Retomamos de nuevo una de nuestras secciones más antiguas ocupándonos en esta ocasión de Roberto Brasón, del que ya os hemos hablado en alguna ocasión. (Pedimos disculpas por el pareado no muy resultón.)

A ratos crítico de cine, a ratos inventor a destiempo, pero siempre buena persona, tío de nuestro gaitero Hermes Zóster que le debe su cinefilia, a pesar de que no hay una sola película en la que sus gustos coincidan, el hermano pequeño de la madre de Hermes siempre ha ido un poquito por libre, en caída libre, para ser más exactos.

Enemigo de las discusiones, terció en las trifulcas sesenteras entre las dos revistas de cine más populares entonces en nuestro país, Nuestro Cine y Film Ideal, abogando por una tercera vía y creando una nueva, que en un alarde de originalidad, propio de Roberto, tituló Nuestro Film Ideal.

Su brillante idea que consistía en juntar ambas, copiándolas literalmente, -dedicando las páginas impares a las extraídas de Nuestro Cine, y las pares a las de Film Ideal, aunque también podía hacerse al revés-, no fue muy bien recibida por ninguna de las dos y el linchamiento al que sometiron a nuestro protagonista fue la única acción conjunta en que los redactores de las dos revistas coincidieron nunca. Hoy en día el único número que se publicó, o lo que queda de él, es pieza de coleccionista.

Pelín asustadizo, durmió hasta los cuarenta años con la luz encendida. Desde entonces, influenciado quizás por el altercado antes mencionado, ya no volvió a dormir y pasa las noches viendo películas antiguas en blanco y negro, incluidas las de color, defecto, según él, que subsana poniéndose papel carbón cerca, pero que muy cerca, de los ojos, lo que además de propiciar con el tiempo un parecido más que razonable con Al Jolson, el Cantor de Jazz, ha influido en sus relaciones de pareja, cada vez más espaciadas en el tiempo y el espacio, si bien ninguna de las dos situaciones parece haberle incomodado demasiado.





De sus inventos destacamos al que más cariño tuvo, la llamada Yogurtera Azucarada que, como los lectores más avispados habrán adivinado, elaboraba yogures en pocas horas, uno concretamente, con su azúcar incorporado, agitado y revuelto.


Endeudarse hasta las orejas para fabricar las diez mil primeras unidades después de triunfar con el prototipo y hacerse con el cuarto puesto, accésit y diploma acreditativo, en la Feria de inventos, hallazgos y curiosidades de Baden Baden y que Danone comercializase sus propios yogures azucarados, con sus también fermentos propios, fue todo uno.


La decepción fue dolorosa pero nuestro protagonista, no cejó en sus empeños inventivos. Actualmente trabaja en conseguir una papeleta para las elecciones al senado aún más grande que la actual, manteniendo el color por supuesto, y que según unas sencillas instrucciones al dorso, se convierte también en un sobre que se puede depositar en las urnas sin los problemas actuales, siempre y cuando como es obvio, hagan las urnas más grandes.


No obstante y como buen amante del cine clásico americano, su obra magna y a la que ha dedicado buena parte de su insomnio, trata de probar, más allá de cualquier duda razonable, que no sólo John Ford no ayudó a John Wayne en sus únicas películas como director, las preclaras El Álamo y Boinas verdes, como buena parte de sus antiguos compañeros de profesión defendían, sino que por el contrario fue éste último el que dirigió buena parte de la filmografía del ilustre director, irlandés de vocación y aún más de vacación.


Roberto, a pesar de que empezó su proyecto hace varias décadas no ha llegado a tiempo de finalizar su trabajo coincidiendo con la celebración del centenario del nacimiento del inolvidable actor, que tuvo lugar el año pasado, tal y como era su intención.


No es su primer desencuentro literario. Durante varios años alternó la preparación del libro mencionado con la de otro titulado Notas del polígrafo, repleto de aforismos, la finalización del cual, y un acuerdo muy ventajoso con una editorial especializada para su publicación, coincidió con la finiquitación de los diferentes programas de televisión que hacían uso de tal artefacto amenizando nuestras sobremesas y que por extensión rompió la entente alcanzada.


Inasequible al desaliento y al mal aliento, algo muy útil, sea cual sea tu profesión, sigue perseverando en sus intenciones. Quien la sigue, la consigue, suele decir, si bien es cierto que los pocos que han coincidido con él, en la zona de refrigerados de su supermercado habitual, le han visto, cabizbajo y aturdido, con la cara y las yemas de los dedos ennegrecidas, susurrando otras palabras, algo más dolientes y con un inesperado deje penibético:


Danone... que mamone...


Ozú.

viernes, 29 de febrero de 2008

Los comediantes



Ya están aquí. Después de cuatro años volvemos a estar en campaña electoral.

Por si no hubiéramos tenido bastante con toda la legislatura, día tras día, declaración tras declaración de (pre)campaña oficiosa, constante y malsonante, ahora llega la oficial con sus simpáticos mensajes televisivos cedidos gratuitamente, sus mítines y sus carteles.

Bien mirado, siempre y cuando el nivel de alcohol en la sangre triplique, como mínimo, el recomendado por la Dirección General de Tráfico, la cosa tiene su gracia. Promesas por aquí, barbaridades por allá, nuestros políticos se ponen sus mejores galas y dentaduras postizas para deleitarnos con sus actuaciones, a un ritmo que ríete tú del de la noche.

Preocupados por su salud, los gaiteros proponemos aprovechar lo que el calendario nos ofrece. Si alguien en su infinita sabiduría, por motivos que por mucho que nos los expliquen, no acabamos de entender, imaginó un día que sólo aparece cada cuatro años, un día como hoy casualmente, justo sería darle la importancia y el uso que se merece.

Votaciones, jornada de reflexión, no para los votantes claro, sino única y exclusivamente para los candidatos, y campaña electoral, tal día como el que nos ocupa, 29 de febrero. Tres en uno. Así todos sabríamos, políticos o no, que día son las elecciones, nos interesen o no, y a que atenernos.

De todas maneras, mientras eso ocurre, nada mejor que pasarse por el forro las indicaciones de la nunca suficientemente bien ponderada D.G.T. y disfrutar del espectáculo. No lo olvidéis; están actuando para nosotros.

Si bien es cierto que, como pensaréis algunos, a pesar de su esfuerzo, todo parece oído ya mil veces, de vez en cuando siempre hay alguien que se sale de la raya y los monólogos, -sí, hijo mío, estos también-, preestablecidos y va por libre, pisando fuerte.

Suele ser alguien que ya está de vuelta de todo o que, por el contrario, es nuevo en estas lides. Nuestro protagonista es de estos últimos.

Nos referimos a Manuel Pizarro. Si no habéis estado en coma, etílico o no, estos dos últimos años, sobran las presentaciones.

Este mago de las finanzas, según algunos, pero sobretodo del humor, actuó ayer en Girona. Como muestra un protón. En una parte del show ante un público entregado, -no es para menos-, dijo tal que así:


Está deseando el resto de España que Cataluña deje la rausa, que coja el seny, ese seny de Pla, ese, lo que hemos leído todos y que sea la Cataluña amable. ¡Si lo que queremos todos es veranear aquí, y estar aquí!


Di que sí. Más allá de que por lo visto, sabe leer, -si creemos lo que nos dice claro, ya que como todos sabemos los humoristas a veces se toman algunas licencias con la verdad en aras de un mayor hilaridad -, nadie podrá negar que estamos ante un personaje singular.

Con un humor bilingüe, inteligente, brillante incluso, luminoso e iridiscente. No está todo perdido. Nos queda don Manuel.

Y ya puestos, lanzados que estamos, proponemos hacer extensiva nuestra propuesta, totalmente interesada, para que todas las media maratones, maratones enteras y tres cuartos, cursas del Corte Inglés, de bomberos, en bicicleta, patinete, de padres divorciados, de solteros contra casados y demás manifestaciones lúdico-deportivas de todo tipo y condición que amenizan nuestras mañanas dominicales en Barcelona, domingo sí, domingo también, tengan lugar sólo y únicamente, todas juntas, cada 29 de febrero. Quizá así, además de por los ataques al corazón propios de estas actividades, la palme alguno más al chocar unos con otros.

Mientras tanto, Manolo, por favor, no te vayas e ilumínanos, porque no sabemos lo que hacemos. Ni muchos días nos vemos.




martes, 19 de febrero de 2008

P. T. El extraterreste



Es algo sabido, y aceptado por la mayoría, que más vale caer en gracia que ser gracioso. Cría fama y échate a dormir, solemos también decir. O a quien madruga dios le ayuda, algo en lo que disentimos violenta y profundamente y que además no tiene relación alguna con el propósito de este artículo.

Centrándonos pues, en los dos primeros dichos populares mencionados, ejemplos hay mil y no es nuestra intención enumerarlos todos.

Si solemos hacer gala de que la brevedad es nuestra divisa, al hacerlo nos estaríamos echando piedras sobre nuestro tejado.

Destacaremos pues, una sola figura. Si una imagen, suele decirse, vale más que mil palabras, el perla que nos ocupa, vale por mil ejemplos.

Nos referimos al gran Ridley Scott, director de cabecera de muchos, cuando lo que habría que haber hecho hace tiempo, es darle en la cabeza con la primera gaita que tuviéramos a mano.

Acaba de estrenar su última joya, American Gangter, que a pesar de su edad, nos tememos no será la última, si bien American Váter sería un título más apropiado.
Es extraño que las juguetonas distribuidoras de nuestro país, aficionadas a cambiar los títulos de las películas no se hayan decantado por la segunda opción. La situación es aún más dolorosa si, en un arrebato masoquista, nos ponemos a imaginar que bríosa película podría haber resultado, si la hubiera dirigido, por ejemplo, Spike Lee, que tras dejar a un lado su cine de tesis, nos ha brindado dos de las películas más recias de la década, La última noche y Plan oculto.

Eso sí, para justificar el desaguisado no hay scottista que no te suelte a las primeras de cambio, ya bueno, pero cuidadín, que es el tío que dirigió Blade Runner y Alien. (Los más versados añaden también Los duelistas.)

Que estamos en el 2008. Que ya hace treinta años de aquello. Que si algo ha demostrado su filmografía posterior es que si esas películas tienen algún valor es a pesar de él. Ojo, que estamos hablando del director, entre otras, de La teniente O'Neill, Tormenta blanca, Hannibal y 1492. Sin tetas no hay paraíso.

(Como decíamos, mejor caer en gracia que hacerla. Su hermano Antonio, Tony para los amigos, que los tiene, aunque no entre los críticos, sería paradigma de lo contrario.)

Por otro lado tenemos a P.T. Anderson que acaba de estrenar también su último trabajo, Pozos de ambición, -originalmente There will be blood; aquí sí que a las distribuidoras les ha pillado el estreno trabajando-, y al que le han llovido más palos que ranas caían del cielo en una escena inolvidable de Magnolia, una de sus películas anteriores.

Y eso a pesar, o quizá por ello, de que su filmografía consta, además de las ya mencionadas, de la hiperbólica Boogie Nights y la marciana Punch-Drunk Love. De lo mejorcito oiga, de los últimos años.

Pero, y no sólo en el ámbito cinematográfico, es necesario caer en gracia. Cuando alguien se sale del camino preestablecido o nos sorprende actuando de una manera que no esperamos, no sólo nos choca y nos descoloca sino que nos cuesta aceptar el que haya obrado de esa manera sin consultárnoslo. ¡¿Cómo se atreve?!
Al obrar así nos hace más evidentes nuestras miserias, nuestros miedos y limitaciones y eso difícilmente lo perdonamos.

Por suerte, tanto en la vida como en el cine, que viene a ser lo mismo, siempre habrá quien vaya por libre y a contracorriente y nos muestre que hay más de un camino posible.

Entre ellos, P.T. El extraterrestre. Afortunadamente, sus películas son de este mundo.

miércoles, 30 de enero de 2008

El diablo de Tasmania. Gallardón y calavera



Para quienes nos hemos soñado aventureros pero lo más osado que hemos realizado es fumar en las escaleras mecánicas de El Corte Inglés, la imagen y el recuerdo de algunos actores del Hollywood clásico nos ayuda a sobrellevar nuestras incapacidades.

Entre ellos ocupa lugar preeminente Errol Flynn, nacido el 1909 en Hobart, Tasmania. Ya sea como sheriff, pistolero, militar, pirata, boxeador, legendario en la pantalla y fuera de ella, su presencia nos ha acompañado y reconfortado desde que éramos pequeños.

Príncipe de una época no ya pasada sino que no ha de volver, de personalidad magnética y arrolladora que trascendía sus películas y nos salpicaba a borbotones en la cara, que sabía no ya actuar, sino, -algo que no se puede decir de la mayoría de actores actuales-, leer y escribir con soltura, como demuestra su autobiografía My wicked, wicked ways, libre y castizamente titulada en castellano Gallardo y calavera y que decidió empezar tal que así:

1ª Parte. Diablo de Tasmania, 1909- 1927.

Un diablo de Tasmania (sarcophilus ursinus)
es un carnívoro marsupial conocido
por su extrema ferocidad.


¡Toma ya! Que ya no quedan tipos como él, actores o no, es algo que ya sabíamos. Si nos atrevemos a establecer comparaciones, nunca como en este caso tan odiosas, los resultados, empezando por nosotros mismos serían deprimentes. Si en un alarde de masoquismo y exceso de tiempo libre, en el trabajo por ejemplo, nos dedicásemos a compararlo con nuestros políticos, y nos da en la nariz que con los de otros países, la baja por enajenación mental, no especialmente transitoria no nos la quita nadie.

Mediocres, pelotas, chusqueros, vulgares en sus formas y en el vestir, zafios y marisabidillas, verlos u oírlos es un espectáculo grimoso.

Tras casi cuatro años de campaña electoral se acercan las elecciones generales y todos mueven ficha temerosos, algunos de no perder el chollo, prestos a pillarlo los otros.

El penúltimo capítulo de esta historia ha ocurrido en Madrid y ha tratado sobre el lugar a ocupar en las futuras listas electorales del partido popular. A pesar de haber sido elegidos por sus conciudadanos como alcalde y presidenta de la Comunidad, Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre no se han escondido a la hora de ofrecerse como acompañantes de Mariano Rajoy, eso sí en un lugar destacado.

Todos a estas alturas sabemos cómo ha acabado la trifulca que a los gaiteros nos trae al pairo. Lo que no deja de sorprendernos es la alta valoración que el alcalde de la capital de España tiene no ya entre sus fieles, no en todos es cierto, sino sobretodo en los que no son votantes potenciales de su partido.

Ni gallardo ni calavera, a nosotros siempre nos ha parecido un repelente niño Vicente cuya presencia nos ha causado más bien repelús. Todo en él nos suena a hueco y falso, a pose calculada pendiente siempre de las encuestas. Con chófer y coche oficial desde su primera comunión, hasta su segundo apellido nos produce sospechas y no nos extrañaría que no contento con llamarse Gallardo hubiera decidido aplicarse un sufijo aumentativo.
De cualquier manera nuestras penas, con pan o sin ellas, las destinamos a empresas mayores y si en su partido y en el resto, sus dirigentes deciden comerse como tiburones, mordisco por la espalda va, mordisco viene, no lloraremos por ello.

Preferimos imaginarnos con el verdadero diablo de Tasmania, a bordo de su yate Santana, como el más torpe de los grumetes, viento en popa a toda vela, a babor, siempre a babor.

¡Avante toda!